Un pastor evangélico fue detenido la madrugada de este 5 de septiembre del 2018 en Quito, para investigaciones de la desaparición de la joven Juliana Campoverde. Foto: Twitter Fiscalía General del Estado
La madrugada de este miércoles 5 de septiembre del 2018 se realizó un operativo para detener a Jonathan C., pastor evangélico investigado por la desaparición de la quiteña Juliana Campoverde, cuyo paradero es desconocido desde el 7 de julio del 2012.
Así lo informó la Fiscalía General del Estado. La intervención contó con la participación de los agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía Nacional. “Él fue la última persona que tuvo contacto con ella”, dice Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana.
Un mensaje de Facebook escrito desde la cuenta de Juliana Campoverde, luego de su desaparición, es -a criterio del organismo de derechos humanos Inredh– una de las piezas fundamentales para tratar de esclarecer lo ocurrido con la joven de 19 años, quien desapareció en el sector de la Biloxi, en el sur de Quito.
Un peritaje informático de la Policía determinó que aquel mensaje de Facebook fue enviado desde la computadora del pastor que dirigía la iglesia evangélica a la que concurría la joven.
El pasado 21 de agosto, familiares de Juliana Campoverde desaparecida hace seis años hicieron un plantón en los exteriores de la Confraternidad Evangélica Ecuatoriana. Foto: Archivo. Vicente Costales / EL COMERCIO
Un mes y medio antes de desaparecer, Juliana estaba asustada por lo que él le había dicho. Ella le había comentado a su madre que el pastor quiso forzarle a hacer algo que no quería. Él le dijo que “a través de un sueño, Dios le reveló que debía casarse con su hermano”.
Eso no le gustó: Juliana se alejó de la iglesia a la que había asistido 10 años, luego de que su mamá se separara de su padre, Absalón Campoverde.
Pero otro pastor comenzó a escribirle al Facebook y también le dijo que debía casarse. Los religiosos están incluidos en el expediente fiscal.
La madrugada de este 5 de septiembre, luego de casi seis años y dos meses de la desaparición, Elizabeth Rodríguez estaba pendiente de la detención del sospechoso. Ella espera respuestas de lo ocurrido con su hija.
A las 09:00 se realizará una toma de versión del pastor en la Unidad de Flagrancias, en la avenida Patria y 9 de Octubre, centronorte de Quito. “Me interesa que él hable y diga dónde la dejaron, a quién la entregaron, qué hicieron con mi hija. Eso me interesa saber. Él fue la última persona que tuvo contacto con mi hija”.
El pasado 21 de agosto, Rodríguez organizó un plantón en los exteriores de la Confraternidad Evangélica Ecuatoriana para exigir a los miembros de esa comunidad respuestas sobre la desaparición de Juliana.
“La confraternidad es quien está sobre el cuerpo de pastores (que laboraban en el sector de la Biloxi, en Quito) y queremos que nos den una explicación”.
“No solo exigimos al Estado respuestas. Queremos que las instituciones relacionadas con este caso se manifiesten”.
Tras el plantón, la Confraternidad envió un comunicado en el que apoyaba la lucha de la familia de la joven desaparecida. Sin embargo, afirmó que ellos no pueden hacerse responsables por el proceder de los investigados. “Existen pericias técnicas en contra de ellos que no se pueden hacer públicas”, dice Rodríguez.
El pasado jueves 18 de enero del 2018, su madre contó a este Diario que no olvida el último abrazo y beso que le dio su hija. Sucedió cerca a una gasolinera de la Biloxi, en el sur de Quito. Desde ese lugar, la mujer recordó los momentos previos a la desaparición de la joven.
Eran las 08:00 de un sábado cuando las dos salieron de su casa, ubicada a pocas cuadras de la estación de servicio. Caminaron y conversaron cerca de 10 minutos. Juliana iba a su negocio de productos naturales, que funcionaba en la Ajaví, otro barrio del sur.
Antes de despedirse le dijo a su madre que se sentía cansada, que tenía ganas de ir a un parque con muchos árboles y que quería recostarse sobre el césped. La mamá le preguntó por qué decía esas cosas. No contestó y se marchó.
Desde la gasolinera, Juliana debía caminar solo cinco cuadras, pero nunca llegó al local. En ese trayecto desapareció y hasta ahora no se conoce qué pasó con la joven de 19 años. Desde entonces, su madre ha viajado de ciudad en ciudad buscándola. Ha pegado su fotografía en paredes, postes, locales comerciales y en las entradas de los retenes policiales.
En la Fiscalía ha pasado horas enteras. El expediente de desaparición ya tiene 7 100 hojas. 12 investigadores han conocido su caso, pero hasta ahora la familia no tiene respuestas. Tampoco han podido conocer ni acceder a los documentos judiciales. La respuesta que reciben siempre es que “se encuentran bajo reserva”.