Alberto Hidalgo, de 30 años, un ciclista urbano que se ha convertido en la voz de colectivos que impulsan políticas públicas a favor de la micromovilidad en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Era 2009 y un joven Alberto Hidalgo Posligua pedaleaba por colinas urbanas. Era la primera vez que se aventuraba a ir en bicicleta desde su casa en la ciudadela Sauces 8 hasta la Facultad de Comunicación Social (Facso), en el norte de Guayaquil.
Los traslados de más de una hora en bus, con transbordo entre dos unidades por cada trayecto, lo tenían harto. Pero había subestimado la dureza de la subida de la av. Las Aguas -o era “mal estado físico”-; se quedó sin aire y tuvo que caminar un tramo.
Al completar los seis kilómetros y llegar a tiempo a clases (el viaje le había tomado 20 minutos), el esfuerzo le sabía a gloria. Había comprobado que en una ciudad hostil para el ciclista era “un mito” la supuesta imposibilidad de llegar a la ‘U’ en bicicleta.
El reto personal de esa mañana marcó el inicio de un proceso que lo llevaría a pedalear hasta 30 kilómetros al día y redescubrir la ciudad en su ‘caballito de acero’. De ciclista solitario pasaría a pedalear con grupos de más de 700 personas en los ciclopaseos mensuales que él organiza con Masa Crítica. Ese grupo articula las aspiraciones de más de 15 colectivos ciudadanos en Guayaquil.
Más de una década después, ese Alberto Hidalgo fatigoso de la colina impulsaría el borrador de la primera Ordenanza para el uso de la bicicleta y vehículos de micromovilidad de la urbe. Y eso creó las condiciones para la primera ciclovía. La construcción está en marcha y se abre espacio en una ciudad poco amigable para el ciclista. El Municipio de Guayaquil tiene planes de entregar hasta julio un circuito de 41 kilómetros.
Fotógrafo, publicista y diplomado en movilidad activa. Hidalgo Posligua ha sido repartidor a domicilio -lideró su propia plataforma, Biket– y tuvo en su casa una habitación de uso libre para ciclistas de todo el mundo que atravesaban el país.
Ha estado al frente de cuatro ediciones de BiciCinema y una del Machín Reto (competencia de ciclismo urbano). Ahora dicta clases de fotografía y brinda un servicio de transporte para ciclistas (AutoBici). Los recoge si tienen averías o los lleva a circuitos rurales, como taxi de bicis.
Hidalgo está buscando trabajo. Y sin embargo, ocupa de forma honoraria un puesto clave: es voz de biciusuarios y peatones ante la Mesa de Movilidad Urbano Sostenible.
El activista de 30 años lleva casi una década como portavoz del colectivo ciudadano Masa Crítica y es rostro de uno de los hitos de movilidad de la ciudad. En mayo del 2020 los grupos de ciclistas que articula celebraron como propia la aprobación de la Ordenanza: un viejo anhelo y “producto de dos años de trabajo y presión”.
“Al inicio el trabajo consistió en protestar y fregar a la autoridad”, dice Hidalgo, quien aparenta menos años de los que tiene y habla de forma candorosa, sencilla.
En el 2011, creó el colectivo Libre Actividad, con el que convocó a una primera manifestación de ciclistas urbanos en el evento ‘Yo quiero ciclovías en Guayaquil’. “Fue destapar la olla de los problemas de seguridad vial y la necesidad de infraestructura”.
Un año después se vinculó a la Masa Crítica. Pero no fue sino hasta el 2018 que el Municipio creó un espacio de diálogo: la Mesa de Movilidad Urbano Sostenible, integrada por delegados municipales y los activistas.
“Vimos a la cara por primera vez a los culpables de la falta de infraestructura. Faltaba ese espacio de diálogo, ese eslabón, para poder incidir”, dice Hidalgo. “Hubiéramos podido estar 10 años más haciendo presencia en las calles, pero sin ese espacio hasta ahora no tendríamos ciclovía”.
Un punto de quiebre en la historia del activista fue cuando se quedó solo en la mesa municipal. Otros dos delegados de los ciclistas la abandonaron. Ellos creyeron que no se cumplían todas sus expectativas.
Hidalgo reconoce que al entrar a dialogar también hay que ceder.
“Por años sentimos que en el Municipio nos tonteaba y aún siento que lo hace, en parte”, cuenta Luis Vélez, del grupo Guayaquil en Bici, quien lideró la Masa Crítica en sus inicios.
Él destaca la persistencia y tenacidad de Hidalgo. Lo describe como alguien abierto a escuchar, pero siempre que lo ve le pide que sea más crítico e incisivo. Su misma diplomacia le puede jugar en contra, aduce.
“Le cedí el liderazgo de la Masa a Alberto porque tiene mejores características, como una persona más conciliadora, habíamos personas más radicales y eso creaba discrepancias. Era complicado mantener una cohesión entre los grupos”, describe Vélez.
Gina Galeano, directora de la Mesa de Movilidad del Municipio, es la parte antagónica a los ciclistas. Con ellos ha trabajado en constante “tensión”, en un tire y jale “positivo y necesario”, dice.
Ella ve a Hidalgo como alguien que exige con altura y argumentos el cumplimiento de unas aspiraciones ciudadanas, aunque no siempre estén de acuerdo. “Como funcionaria pública y como politóloga le puedo decir que pocas personas ejercen al día de hoy una ciudadanía tan activa como Alberto. Ejerce un contrapeso que nos ayuda a ser mejores servidores”, indica Galeano.