Un puesto de venta de salchipapas y hamburguesas al norte de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Pese a que el Servicio de Rentas Interas (SRI) anunció ayer, 4 de septiembre, que la fijación de un impuesto a la comida chatarra es solo una propuesta en análisis, existe rechazo entre los propietarios de este tipo de negocios en el país.
El pasado sábado el presidente Rafael Correa anunció que había la posibilidad de crear un impuesto a los consumos nocivos, entre los que está la comida chatarra, sin especificar en qué consistiría. Ayer el SRI indicó que este podría incluirse dentro de los Impuestos de los Consumos Especiales, que grava productos suntuarios y nocivos. Pero, esta entidad junto al Ministerio de Saludad analizan su factibilidad.
En el país existen 8 082 negocios de comida rápida. Según la encuesta nacional de ingresos y gastos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que revela datos en el periodo 2011 – 2012, a escala nacional se gasta USD 39,9 millones al mes en ese tipo de alimentos y bebidas.
Entre los ítems que se encuentran dentro de ese segmento están los combos de hamburguesas, de hot dogs, de salchipapas, de nuggets, etc. Además, se incluyen tacos, burritos, pizzas, tortas, refrescos, sánduches, pollo, etc.
Uno de los comercializadores de estos productos es Rodrigo Pineda, propietario desde hace ocho años de Papitas fritas a lo bestia. La firma tienebvendidas en provincias como Loja, Pichincha, etc, dijo.
Pineda asegura que el negocio de comidas rápidas está en pleno crecimiento, producto de la demanda del público por alimentos que le ahorren tiempo. “Mi negocio crece al 35% anual. Las franquicias extranjeras también crecen (…) Creo que no debería ponerse un impuesto a la comida rápida”, dijo.
El comerciante explicó que existen comidas típicas que también podrían considerarse chatarra por su alto contenido en grasa. De hecho, el mismo INEC considera dentro de este grupo de alimentos a las empanadas de diferentes tipos y a las espumillas.
En un recorrido realizado por este Diario se pudo observar en negocios informales otros alimentos que se fríen en aceite o manteca de cerdo como la fritada.
A Cristian T., quien vende este producto en una esquina del norte de Quito, dice desconocer la intención de gravar con un impuesto a esta comida y no responde cuando se le consulta si paga actualmente impuestos.
En el país, según Carlos Castellanos, presidente de la Confederación Unitaria de Comerciantes Minoristas y Trabajadores Autónomos del Ecuador, un millón de trabajadores minoristas se dedica a la preparación de alimentos.
Aquellos registrados en el Regimen Impositivo Simplicado Ecuatoriano (RISE), que aglutina a 539 889 personas en diversas actividades económicas, tributan. Las personas en la informalidad no lo hacen. De ahí que la opción para que este segmento pague el impuesto sería que se inscriban en este sistema.
Jadira Portilla, quien vende hamburguesas, hot dogs y golosinas en una zona de oficinas de la ciudad, dice que las ventas se han mantenido.
La comerciante dice que tiene incertidumbres frente al nuevo impuesto. Otros comerciantes formales, en locales ubicados en la zona cercana a la Universidad Salesiana y a la Politécnica, dicen que un gravamen subiría el costo de los combos, que en promedio cuestan USD 1,50.