Carlos Pérez fue campeón sudamericano de golf, en 2016. Ha jugado en Brasil y Ecuador. Fotos: Patricio Terán/ EL COMERCIO y cortesía Enrique Pérez García.
El golf que practica el ministro de Hidrocarburos, Electricidad y Minas, Carlos Pérez García, desde hace 52 años moldeó su carácter. El funcionario, de tez morena que contrasta con su barba y cabello blancos, aplica a diario los principios de este deporte.
Como si estuviese en una competencia, es paciente, analítico y extremadamente directo. Sus palabras expresan seguridad, no titubea y dice lo que piensa. Para tomar una decisión, evalúa el tipo de hoyo antes de dar el golpe.
Aprendió a manejar los palos a los 14 años en el campamento petrolero de Anglo en Ancón, península de Santa Elena. Este fue su hogar hasta los 17, porque su padre Enrique Pérez fue técnico de esta firma inglesa, que estuvo a cargo de la actividad petrolera ecuatoriana. Por esto, aunque nació en Quito es pinchagua de corazón, como se los conoce a los oriundos de esta zona costera.
Con su padre y los ingleses jugaba en un campo de tierra. Disfrutaba tanto de este deporte de élite que al terminar el colegio quiso convertirse en un profesional del golf. Pero su padre se opuso. Le dijo: “no, vaya a estudiar primero, luego hablamos”, recuerda ahora el Ministro, mientras sostiene, en sus grandes manos, un palo de golf de su talega (maleta).
El mayor de seis hermanos, son tres hombres y tres mujeres -hijos de Enrique y Cecilia García-, debía dar el ejemplo. Eso le motivó a estudiar Ingeniería en Electricidad y Electrónica en la Universidad de Austin Texas, en Estados Unidos. Era una carrera distinta a la que conoció desde niño.
Entre visitas a pozos y subidas a los taladros, en Ancón, comprobó que los petroleros cumplen con jornadas intensas y están expuestos a mucha presión. Eso le impulsó a alejarse de este mundo, sin mayores resultados.
El funcionario que se estrenó en el ámbito público en mayo del 2017 dedicó 40 de sus 66 años al sector petrolero. Fue parte de empresas como la Nasa, Schlumberger, Go International y Halliburton. Para su amigo Jorge Burbano es un petrolero desde que nació. Empezó como técnico, ocupó altos cargos directivos y ahora es un funcionario clave del Gobierno de Lenín Moreno.
Inicialmente, fue posesionado como Ministro de Hidrocarburos y en mayo pasado asumió Electricidad y Minas, por disposición del Presidente de la República. Está a cargo de tres áreas estratégicas que representan el 14% del Producto Interno Bruto del Ecuador.
En el sector petrolero ha sorteado hoyos profundos. Hizo pública la situación de los proyectos hidrocarburíferos que el Régimen anterior intentó mantener en reserva; replanteó el proyecto Refinería del Pacífico, renegoció los contratos de preventa de crudo y volvió a comercializar en el mercado ‘spot’. Hace poco, en el sector eléctrico, informó cómo operan las hidroeléctricas.
En estos casos, recurrió a organismos internacionales y a la Contraloría para que evaluaran los proyectos y emitieran informes. También se sentó con los representantes de Unipec, Petrochina y Petrotailandia para renegociar los contratos de preventa de crudo. Minas aún está en evaluación.
Fernando Santos, especialista petrolero, reconoce que las acciones del Ministro han sido acertadas en este primer año de gestión. Aunque, todavía tiene asuntos pendientes. No todos comparten esta visión. Yasunidos considera que aplica las mismas prácticas extractivistas de sus antecesores. El abogado petrolero, Luis Calero, piensa que se ha tomado mucho tiempo.
El partido que juega desde mayo del 2017, a diferencia de su deporte favorito que dura cuatro horas, es más largo. Para ganar tiempo, el funcionario acude a su despacho antes de la hora prevista. El viernes- 15 de junio- llegó a las 07:30 a una de las tres oficinas que ahora ocupa. Fue a la Cartera de Electricidad y Energía Renovable.
Mientras cumple sus actividades luce traje, corbata y zapatos brillantes. Solo usa un reloj. Para tener bajo control el partido revisa su agenda.
Habla con sus asesores, funcionarios públicos, legisladores, empresarios y hasta representantes de organismos internacionales. El ajetreo no cambia su actitud. Recibe a las personas con un apretón de manos y, a veces, hasta bromea. “No he cambiado las tarjetas de Ministro de Hidrocarburos, vaya a ser que el Presidente se arrepienta”.
Durante las reuniones no pierde la pelota de vista. Mantiene la mirada en alto e interactúa con los presentes, no se distrae con el celular. Habla sobre producción petrolera, hidroeléctricas, cocinas de inducción o minería. Solo agacha su cabeza para tomar apuntes en su inseparable libreta de pasta negra, es zurdo.
En los recesos toma café, agua o té verde. Tiene mucho por recorrer, su ámbito de acción supera fácil los 7 kilómetros que camina en un campo de golf de 18 hoyos. Cumple actividades en Quito, Guayaquil, Lago Agrio o hace viajes largos como el que emprendió el domingo -17 de junio- a Viena, Austria. Sus jornadas se pueden extender hasta las 22:00 o durar una semana entera.
Mas tiene la convicción de hacer algo por su país. Eso le motivó a aceptar la propuesta del presidente Moreno, a quien conoció en el Club Rotario. Volvió a trabajar luego de estar tres años jubilado.
La meta inicial era permanecer en el Gobierno hasta diciembre de este año, pero con las nuevas responsabilidades el plazo se amplió. Considera que tiene un nuevo reto.
Eso sí, los tiempos libres pasa con su familia. Lleva 40 años casado con Elena. Tienen dos hijos: Jacobo y Gabriela. Y hace siete meses se estrenó como abuelo. Su nieta, quien pinta sonrisas en el rostro del funcionario, se llama Olivia.
El Ministro tiene un patrimonio de USD 1,1 millones. Parte de sus bienes son un departamento en el norte de Quito, su casa del valle, en la que vive hace más de 30 años; dos autos BMW, en los que a veces acelera más de la cuenta. Desde el 2010 suma cinco infracciones por esta causa.
Sus otros ‘tesoros’ son una bicicleta, que tiene desde hace más de 30 años; sus herramientas, sus perros Cousteau, Baxter y Dante y sus palos de golf, que espera volver a usar con más frecuencia cuando se jubile, “por segunda vez”.
Ahora debe seguir con su agenda. Eran las 16:00 del viernes y representantes del sector minero lo esperaban para una reunión, la octava del día.