José Hidalgo: ‘El ajuste fiscal es el primer paso’

José Hidalgo, director general de Cordes. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

Debate:
Así estamos
Las cifras que el Banco Central publicó el jueves pasado muestran la gravedad de la crisis que atraviesa la economía ecuatoriana: en el cuarto trimestre de 2015 el consumo de los hogares cayó 2,5% frente a igual período de 2014, la inversión bruta (principalmente en construcción y en maquinaria y equipo) cayó 6,7% y la demanda interna se contrajo 3,8%.
Este menor nivel de actividad –que se refleja también en un desplome de las importaciones (-10,7%) y que parece haber continuado en el primer trimestre de 2016, según refleja la baja recaudación de impuestos– tiene su efecto más dramático en la pérdida de puestos de trabajo formales y en el consecuente aumento del desempleo y el empleo inadecuado.
Por el lado fiscal la situación no es mejor: el Gobierno, que acumula millonarios atrasos con el sector privado y con los gobiernos seccionales, no toma medidas de fondo para reducir un déficit insostenible.
Las salidas
Por encima de la caída del precio de petróleo, la principal causa de la grave situación actual es el modelo económico implementado durante el boom petrolero. Al basar el crecimiento en un mayor gasto público, ese modelo exacerbó la vulnerabilidad de la economía en su conjunto hacia shocks que afectan a los ingresos fiscales.
Es decir, los efectos de una crisis fiscal son mucho más extendidos en una economía donde la participación del sector público en el PIB ronda el 40% que en una donde esa participación es más moderada.
El objetivo ahora debe ser adoptar medidas para que la contracción sea lo más corta posible y el país pueda retomar una ruta de crecimiento, pero esta vez sostenible.
Dejando de lado la necesidad de firmar acuerdos con organismos multilaterales, el primer paso debe ser ordenar las cuentas públicas.
El creciente déficit fiscal –que el Gobierno busca ocultar sobrestimando ingresos– pone en riesgo la sostenibilidad de la dolarización y atenta, por tanto, contra la inversión y los depósitos privados. Si bien un ajuste fiscal provoca pérdida de empleos relacionados con el gasto público, el costo sería aún mayor si se produce un colapso del actual sistema monetario.
El segundo paso debe ser volver a incentivar la inversión privada para que sean las empresas, y no el Estado, las encargadas de mover la economía. Para esto es indispensable, además de garantizar la sostenibilidad de la dolarización, brindar a los empresarios estabilidad normativa (no cambiar las reglas continuamente) y seguridad jurídica (garantizar un trato justo ante un eventual diferendo legal con el Estado).
Una tercera medida es alcanzar acuerdos con nuestros principales socios comerciales, a fin de mejorar las condiciones de ingreso para nuestras exportaciones no petroleras (afectadas por el fortalecimiento del dólar) y atraer inversión extranjera.
Lejos de hacer esto, el Gobierno ha buscado compensar la caída en las exportaciones petroleras con un oneroso endeudamiento externo.
Si bien los resultados de estas medidas no se verán de un día para el otro, adoptarlas cuanto antes puede ayudar a evitar que la crisis se siga profundizando.