La torre Eiffel y la basílica del Sacre Coeur están envueltas en una fina nube de polvo, mientras en las calles de París los ciclistas llevan mascarillas y apenas se ve a niños jugando, debido a que sus padres les han prohibido salir.
Quien haya visitado en las últimas semanas la capital francesa habrá experimentado una sensación que recuerda a las grises imágenes de metrópolis castigadas por la contaminación atmosférica, como Pekín o Nueva Delhi.
Y es que debido a la elevada acumulación de partículas dañinas en el aire, el Gobierno galo decidió el lunes 17 por primera vez desde 1997 restringir el tráfico. Es la segunda vez en la historia que sucede algo así.
La drástica medida afectó a todos los vehículos cuya matrícula acabe en un número par. Quien posea un coche con la placa “BC 326 CL” no podrá circular por la metrópolis, mientras que si la matrícula reza “BC 327 CL” el dueño tuvo suerte.
No obstante, si las restricciones se prolongan no podrán circular los vehículos cuya matrícula termine en un número impar. “Cada día que pasa con una elevada contaminación atmosférica aumenta los riesgos“, argumenta la ministra de Sanidad, Marisol Touraine.
Según sus datos, desde el viernes 14 los hospitales han afrontado un aumento de casos de pacientes con problemas respiratorios, siendo los casos más frecuentes de niños.
Según las autoridades, las partículas en suspensión en el aire pueden provocar asma, alergias, enfermedades respiratorias o cardiovasculares. Y cuentan con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que el pasado otoño calificó el nivel de polución u de partículas dañinas como causante de cáncer.
Una de las compensaciones fue que, en virtud de la medida, miles de personas pudieron ir ese día gratis a trabajar, pues las autoridades eliminaron el pago de billetes para usar el transporte público. En París, la gratuidad de autobuses y trenes suburbanos cuesta en torno a cuatro millones de euros (unos USD 5,6 millones) al día.
Además, las bicicletas y los coches eléctricos municipales pueden utilizarse sin costo alguno para el usuario.
Los coches en los que viajaron al menos tres personas contaron con un permiso especial. Para quienes sí pudieron ir al volante, las calles de París presentaban un aspecto tranquilo y apenas se registraron la mitad de atascos que un lunes normal. Algo que seguramente también celebraron los turistas, pues para ellos tampoco regían las restricciones. Además, pudieron disfrutar de un paseo sin el caos habitual de tráfico.
La nube de aire contaminado que cubrió el oeste de Europa, incluyendo parte de Francia, Alemania y Bélgica, justificó según las autoridades francesas las medidas drásticas adoptadas en París, sin precedentes desde 1997.
La restricción fue levantada el martes, tras constatarse que disminuyó la concentración de partículas en el aire. París está lejos de los récords mundiales de contaminación, ostentados por ciudades de Irán, India y Pakistán.
En Francia, el umbral de alerta se desencadena cuando hay más de 80 microgramos de partículas de 10 micras por metro cúbico. Hay pocas grandes ciudades con una media anual dentro de los límites preconizados por la OMS.
Anunciadas a pocos días de las elecciones municipales, las medidas para proteger la atmósfera fueron saludadas por la izquierda y los ecologistas pero levantaron una salva de críticas en la oposición de derecha.
Los franceses votarán mañana en los primeros comicios desde la llegada al poder del ahora impopular François Hollande (socialista).
En contexto
Existen argumentos respecto a que Alemania pudiera ser corresponsable de los problemas de contaminación en Francia. Desde el 2011, tras la crisis nuclear de Fukushima (Japón), Berlín decidió eliminar gradualmente la energía nuclear y volver a la energía fósil.
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