Miles de personas, como en Paraguay, llenaron las calles para saludar y ver pasar al Papa. Foto: MARCO BERTORELLO/AFP
En la intimidad del papa Francisco reina la sorpresa.
Aunque todos sabían que al volver a su continente iba a estar “en su salsa” y que en otros viajes muy largos había ostentado una forma increíble, su paso por los 2800 metros de Quito, su descenso a Guayaquil, su prueba de los 4000 metros en La Paz, su nuevo descenso a los 400 metros de Santa Cruz de la Sierra y luego otro al nivel del mar, dejaron a todos boquiabiertos.
“Ni yo sé de dónde me sale esta energía, que hace dos años no tenía”, le dijo Francisco al padre Federico Lombardi hace unos días, cuando este le preguntó si no estaba cansado.
El entorno de Francisco está asombrado por esa fuerza extraordinaria que está demostrando en este “tour de force”, que está dejando agotado a su equipo. “El amor de la gente, que es una fuerza espiritual, como escribió en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, es lo que le da fuerza”, dijo el padre Guillermo Ortiz, jesuita y exalumno de Jorge Bergoglio, responsable de la edición en español de la Radio Vaticana.
El lunes pasado, el padre Ortiz compartió con el Papa un almuerzo junto a otros 20 jesuitas en un colegio de Guayaquil donde se reencontró con viejos amigos. “Lo vi muy sereno, tranquilo. Hablaba, escuchaba, se sentía en su casa, con su familia”, contó. “Francisco sin la gente no es nada. Desde que lo conozco, cuando fui a pedir entrar en la Compañía de Jesús, a los 17 años, lo suyo fue salir, encontrarse con la gente”, agregó Ortiz, de 55 años.
En Guayaquil, el padre Antonio Spadaro, también jesuita y director de la prestigiosa revista La Civiltà Cattolica dijo que “lo vi muy relajado este día y también al día siguiente en Quito, cuando en la Iglesia de la Compañía volvió a encontrarse con un viejo profesor. Sorprendentemente no está fatigado y está muy concentrado en las cosas que está haciendo”, contó Spadaro.
Sin embargo, esa vitalidad se puso se a prueba ayer (11 de julio), durante su participación en una procesión en Paraguay, durante el penúltimo día de estadía en ese país y en Sudamérica. Sufrió un quebranto leve.
El portavoz del Vaticano aseguró que el Papa “está bien” después de que antes de la misa se ausentara durante algunos minutos, deteniendo la procesión inicial de la eucaristía en el santuario de Caacupé.
Debido a la ausencia justo en el inicio de la procesión, el obispo de Caacupé, Claudio Giménez, explicó que el Papa se había ausentado “emocionado”, y pidió volver a cantar la canción inicial de la misa. A los pocos minutos, Francisco apareció tranquilo con los paramentos litúrgicos y continuó la procesión. Ante las preguntas de los periodistas sobre el retraso del Papa, Lombardi dijo: “Está bien, como le habéis visto”.
Por su parte, Carlos Morínigo, el medico paraguayo que atiende al papa en el país suramericano señaló en un comunicado del Ministerio de Salud Pública que “evidentemente, por el ajetreo de los viajes, está cansado pero goza de buena salud y se encuentra animoso y feliz por el cariño de la gente”.
Morínigo añadió que Francisco, quien hoy domingo cumple su segundo día de estancia en Paraguay, cuenta con una vitalidad impresionante para cumplir con la cargada agenda.
El Papa oficia este domingo una misa campal en Paraguay y, por la tarde, retornará a Roma.