Una historia atroz movilizó a Gran Bretaña luego de la tragedia ocurrida en Dunblane, una pequeña localidad escocesa. La mañana del 13 de marzo de 1996, Thomas Hamilton, un maníaco armado con cuatro pistolas automáticas, acabó en menos de tres minutos con la vida de 16 escolares de 5 y 6 años y su maestra. Luego se suicidó.
Hamilton tenía 43 años y era un antiguo jefe de ‘boy scouts’ hasta que fue expulsado por conducta impropia. Era conocido por los alumnos y profesores de la escuela, por lo que no tuvo inconveniente para dirigirse al gimnasio. Una vez ahí disparó contra los niños que estaban en clase de educación física.
Ocho días después del tiroteo enDunblane, el Parlamento británico convocó a un tribunal encabezado por lord W. Douglas Cullen, un juez escocés, para realizar una investigación pública.
Cuando presentó el informe, el 30 de septiembre de 1996, Cullen dijo que buscaba respuestas a dos preguntas: ¿Cuáles fueron las circunstancias que condujeron al tiroteo? ¿Qué debo recomendar con miras a salvaguardar al público del uso indebido de armas de fuego?
En su informe, Cullen escribió que la seguridad del público podría garantizarse mejor si los esfuerzos se concentraran en controlar la venta y la disponibilidad de armas, en lugar de ver la idoneidad de un comprador potencial.
Los tiroteos en escuelas de Estados Unidos se han convertido en una verdadera pandemia. Foto: EFE
Gran Bretaña también tenía una cultura de propiedad de armas y tiro deportivo, aunque no tan fuerte como en Estados Unidos, escribió esta semana Tripti Lahiri, jefe de la oficina de Asia del portal Quartz.
En Estados Unidos, el derecho a poseer y portar armas está garantizado por la Segunda Enmienda, a lo que se suma el cabildeo de la Asociación Nacional del Rifle.
El ‘lobby’ de armas en Gran Bretaña, dice Lahiri, tomó medidas para limitar las discusiones sobre los cambios en la ley de armas después de un tiroteo masivo anterior en 1987, aunque Gran Bretaña prohibió las armas semiautomáticas después de ese ataque, y trató de evitar una prohibición de armas de fuego, pero no tuvo éxito.
En diciembre de 1997, la Cámara de los Comunes votó por un amplio margen a favor de la legislación del Partido Laborista, para prohibir efectivamente todas las armas de fuego, una ley que fue incluso más allá de la prohibición propuesta por el primer ministro conservador Joh Major.
Aunque siempre habrá la posibilidad de que vuelva a repetirse un tiroteo en Gran Bretaña, el hecho de que aparentemente solo haya habido un tiroteo masivo desde Dunblane, en 2010, sugiere que la legislación tuvo el efecto deseado.
Para Lahiri, eso fue mérito de la investigación de Dunblane y de los legisladores que fueron persuadidos por la campaña de base de los padres de Dunblane, respaldados por ciudadanos disgustados.
Estados Unidos ha tenido varios hechos para disgustarse, y mucho: la masacre de Columbine (1999), cuando murieron 12 escolares y un profesor. Los dos agresores se suicidaron. Luego siguieron los tiroteos en las escuelas Real Lake (2005), West Nickel Mines (2006), en la universidad de Blacksburg (2007), etc. El más reciente, en una escuela de Uvalde, Texas, un joven asesinó a 19 niños y a dos maestros.
Ya van más de dos décadas de tiroteos masivos y decenas de menores asesinados. Esta semana, la indignación se ha hecho presente en los medios estadounidenses, pero corre el riesgo de desvanecerse como ha ocurrido antes.
Una ley para controlar la venta de armas sigue estancada por disposición del Partido Republicano; y el programa ‘Policías en las escuelas’ (para vigilar los establecimientos) tampoco ha funcionado.
A diferencia de Estados Unidos, donde políticos y líderes de opinión repiten que es hora de actuar, Gran Bretaña hizo todo lo posible para que así fuera.