El debate Trump-Biden encenderá las pantallas ¿Cuál estilo predominará?

En el debate del martes 29 de septiembre, Joe Biden y Donald Trump presentarán dos visiones y dos estilos de hacer política. Fotos: archivo / AFP

En el debate del martes 29 de septiembre, Joe Biden y Donald Trump presentarán dos visiones y dos estilos de hacer política. Fotos: archivo / AFP

En el debate del martes 29 de septiembre, Joe Biden y Donald Trump presentarán dos visiones y dos estilos de hacer política. Fotos: archivo / AFP

Este martes 29 de septiembre del 2020, en Estados Unidos arranca el tramo final para las elecciones presidenciales. Cuando Donald Trump, en busca de la reelección, y Joe Biden, el candidato demócrata para la Casa Blanca, se encuentren en Cleveland, Ohio, dos estilos y dos modos de política se expondrán ante millones de votantes.

Será el primero de los tres debates televisivos previos al 3 de noviembre y, según la tradición, es el que mayor sintonía tiene en las audiencias. “Es como el superbowl” de la política, dice Mitchell S. McKinney, profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad de Misuri, en un diálogo con la prensa internacional, entre los que se encontraba EL COMERCIO.

Los niveles de audiencia son impresionantes desde que comenzaron los debates televisivos. El primero de ellos, de 1960, fue entre el demócrata John F. Kennedy y el republicano Richard Nixon. Era la primera vez que los estadounidenses veían a los candidatos del bipartidismo frente a frente. Y fue una conmoción: 66 millones de personas los vieron en directo, en un tiempo en que no todos tenían televisor y que era, además, en blanco y negro.

Era una cuestión de imagen. El demócrata era joven -y para colmo, guapetón-. Era como si estuviera en su campo natural, conocedor de los códigos televisivos. Aceptó el maquillaje; Incluso la vestimenta importó. Este usó un traje oscuro y camisa blanca. Los contrastes estaban definidos.

Al republicano no le interesaba la televisión. Y su lenguaje le fue tan ajeno como él de la audiencia. El traje gris lo opacó. Y más aún el sudor que le jugó una mala pasada: él no aceptó maquillarse. Perdió las elecciones y estuvo tan convencido de que fue el debate que lo derrotó que, para las elecciones de 1968, no aceptó participar en otro contra Hubert Humphrey. Tampoco lo hizo en 1972, contra George McGovern. En Estados Unidos no hay una norma que obligue participar en debates. Desde 1976, en cambio, se lo ha realizado ininterrumpidamente.

Entre los temas que se tratarán en el debate están el covid-19, la economía, el racismo y la violencia en las ciudades, y la integridad de las elecciones en Estados Unidos. Foto: archivo / Reuters

En el 2016, se rompió el récord todas las audiencias. Era entre Trump y Hillary Clinton: más de 80 millones. Y las razones eran obvias, por la tensión generada entre demócratas y republicanos. “Fue el debate más duro y agresivo de la historia”, dice McKinney.

Este republicano, en cambio, es más diestro en el uso de su imagen ante las cámaras. Lo aprendió bien en su programa de telerrealidad “El aprendiz”.

¿Cuánto modifica el debate una elección?

McKinney sostiene que los datos muestran que, en debates anteriores, el 90% de los que miran los debates ya tienen definidos sus votos. El problema es el 10% restante: la capacidad de persuasión será importante. Y mayormente, afirma el profesor, es el 3% de los que salen con un voto definido luego de los debates.

Sin embargo, sí hubo debates que incidieron en los resultados. El primero fue, obviamente, el de 1960, entre Kennedy y Nixon; 1976, ganó el demócrata Jimmy Carter sobre el republicano Gerald Ford, quien llevaba sobre sí la mochila de haber sido el vicepresidente de Nixon durante el escándalo Watergate; en 1980, en cambio, Carter perdía sobre Ronald Reagan, quizá el mayor mandatario republicano de los tiempos modernos. En 1992, Bill Clinton, demócrata, logró terminar tres periodos consecutivos del republicanismo al superar a George. W. H. Bush, quien había sido vicepresidente en los dos gobiernos de Reagan y uno como presidente. Y en el del 2004, George W. Bush le dio vuelta a los pronósticos al derrotar al demócrata John Kerry.

En el 2016, los medios, las encuestas y los políticos coincidieron en que Clinton había ganado en los debates, pero la realidad diría otra cosa: Trump ganó las elecciones por los colegios electorales, aunque no por el voto nacional.

¿Cómo será el 2020?

Hay expectativa por lo que ocurra este martes 29 de septiembre. Trump y Biden representan dos visiones y dos estilos de hacer política.

Los temas están elegidos: las trayectorias de Trump y Biden; la Suprema Corte y la intención de Trump de colocar a Amy Coney Barrett, una ultracatólica, para reemplazar a la recientemente fallecida Ruth Bader Ginsburg, ícono del progresismo. Las críticas contra Trump es la prisa para nominarla y para elegirla en el Senado cuando falta poco más de un mes para las elecciones y el país se encuentre ante un posible cambio de Gobierno, pues las encuestas dicen que Biden lleva unos 10 puntos de ventaja.

Los otros cuatro temas serán el covid-19, la economía, el racismo y la violencia en las ciudades, y la integridad de las elecciones.

Durará 90 minutos y el moderador será el presentador del canal conservador Fox News, Chris Wallace.

Trump ha tratado constantemente a Biden como el “dormilón”, pidió que se le hiciera una prueba antidopaje para saber si, en caso de que su rival tuviera una buena participación, es por estar bajo los efectos. Y si Biden comete algunos de los tropiezos, McKinney afirma que eso “alimentará la narrativa” de Trump de calificar a Biden como alguien no capacitado para gobernar el país.

Para los demócratas es vital la estrategia que mantendrán ante lo que suponen será un acoso constante del Mandatario, acostumbrado a atacar sin piedad a sus adversarios. De hecho, él ha dicho que no tiene ningún plan, ninguna estrategia para el primer debate.

El que las tiene de perder es Biden por las presiones que ejercerá sobre él Trump para hacerlo tropezar.

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