Un empresario indio asesinó a su esposa y a su hija de tres años, obsesionado porque era padre de una mujer y no de un varón.
Según la prensa local, antes de decidir estrangular a su esposa e hija el empresario Ajit Kumar había intentado divorciarse, pero la justicia rechazó la demanda y le sugirió que se tome un año para reflexionar.
Los vecinos de la familia, residente en un barrio de clase media de Nueva Delhi, sabían de las discusiones continuas entre el hombre y su mujer Shalini, vinculadas siempre con el
“desventurado” nacimiento de la pequeña Vanshika.
Los asesinatos fueron consumados tras una enésima discusión, el sábado último, condimentada con la constante recriminación del marido por haber recibido una dote insuficiente cuando se casaron.
El asesino intentó desvincularse del caso denunciando a la policía que había encontrado los cadáveres a su regreso al hogar.
Cuando los policías llegaron al domicilio, el asesino estaba sentado en una escalera, sollozante, con el cadáver de su hija entre los brazos.
Empero, la autopsia de los cadáveres y su coartada débil llevaron a la confesión del asesinato.