Muerte del doctor Nelson Darquea (III)
Benjamín Villacís Schettini
En las ediciones de los rotativos quiteños, de 11 de noviembre de este año, se publicó la noticia que daba cuenta del audaz, premeditado e injusto asesinato del distinguido médico traumatólogo Nelson Arturo Darquea Araujo, perpetrado en su domicilio cuando se aprestaba a defender a su cónyuge del alevoso ataque de cinco encapuchados, quienes -como hacen los cobardes- huyeron llevando en sus conciencias, si es que las tienen, el peso de una vida inocente.
Esta misiva tiene la finalidad de hacer un cordial llamado a los numerosos lectores de EL COMERCIO y a la ciudadanía para que aunemos esfuerzos y colaborar en la difícil tarea de erradicar la delincuencia común y la organizada, la cual está cobrando muchas vidas y está atentando contra la principal célula de la sociedad: la familia.
No es justo ni comprensible que por el dinero fácil se atente y ponga en riesgo “la inviolabilidad de la vida”, primero y primordial “derecho de libertad” previsto en la Constitución.
En este siglo debemos rescatar urgentemente los valores que nos inculcaron nuestros ancestros, los cuales a lo largo de los siglos han sido piedra angular sobre la que surgieron las distintas civilizaciones y Estados, permitiendo entonces que la sociedad tenga una organización acorde con los desafíos de esta época.
Es necesario resaltar que a los valores tradicionales como la ética personal y profesional, la puntualidad, las buenas maneras, la disciplina, etc., debemos añadir la solidaridad y cooperación entre quienes habitamos los sectores urbanos y rurales. Solamente así podremos enfrentar con eficacia a las distintas clases de delincuencia que hoy pululan por el otrora pacífico Ecuador.
Lo anterior implica que nos organicemos no para defender una ideología o un modelo de gobierno sino para precautelar el ambiente y la paz ciudadana en favor de las actuales y futuras generaciones.
Se ha perdido, una vez más, un valioso conciudadano y un profesional intachable; ha quedado seriamente lesionada , agobiada y triste una familia ecuatoriana.
Por ello, no podemos quedar impávidos y, además de enfrentar nuestros retos y obligaciones con gran entereza, trabajando honradamente, siendo auténticos y sin hacer daño al prójimo, debemos también coadyuvar para que este nuevo hecho, que nos enluta a todos, no quede en la impunidad.
Si así lo hacemos, honraremos la memoria de Nelson Arturo, quien desde el lugar preferente designado por el Creador, estará esperándonos al final del camino que Él ya recorrió con amor, responsabilidad y ética personal y profesional. Paz en su tumba.