Reacción Deportes
Jefferson Montero se despidió ayer como quería: Junto a su hinchada, con su padre en las gradas y con un gol, en la victoria de su equipo Independiente del Valle por 2-1 sobre Municipal Cañar.
La ficha
En la fecha 18 de la Serie B del Campeonato Ecuatoriano de Fútbol, el Independiente del Valle venció 2-1 al Municipal Cañar. El partido se jugó en Sangolquí.
Por el conjunto local marcaron Yeison Ordóñez (Juvenil), a los 10 minutos y Jefferson Montero, a los 63’. Ordóñez es uno de los mejores amigos de ‘Jeff’.
El empate transitorio fue obra de Jesús Difilipe (27’). Llegó tras un tiro libre de José Estrada.También quiso salir de la cancha de Sangolquí sin derramar una lágrima, pero la emoción y el cariño de la gente lo embargó.
Sus compañeros del Independiente del Valle también impidieron que el volante nacional se dirigiera al camerino. Primero se acercó su amigo Yeison Ordóñez (juvenil) y después, Fernando ‘Chiqui’ Guerrero, Daniel Samaniego… Todos quisieron abrazar al ‘crack’ del fútbol ecuatoriano.
Aprovecharon la última oportunidad para tomarse una foto y para que les firmara el afiche que la dirigencia del club de Rumiñahui entregó a los aficionados.
“No te vayas, Montero no te vayas…”, coreaban los cerca de 600 hinchas que se aglomeraron junto a las vallas del estadio. ‘Jeff’ atendió a su llamado y regresó hacia la tribuna a paso lento y con la mirada al piso.
Entonces sintió que alguien lo abrazó por la espalda. Era don Pedro Montero, padre del futbolista. “Mijo, llegué tarde, pero sí vi el gol”, le dijo muy emocionado. Su progenitor lucía una camiseta del Independiente con el dorsal 7, la que lució su hijo en el club.
Montero sonrió y no dudó en decirle que ese gol, el segundo del partido ante el Municipal Cañar, llevaba su nombre y también el de la hinchada que colgó carteles en agradecimiento al goleador de la Serie B (14 dianas).
Ayer, el futbolista de Babahoyo se sintió extraño en el estadio del cantón Rumiñahui. El mismo deportista reconoció que jugó “a medio gas”.
“Tenía que cuidarme”, explicó en voz baja. En su primera incursión, a los 35 segundos, Montero recibió la pelota por la banda izquierda y un rival lo castigó con un golpe en el tobillo.
‘Jeff’ se quedó inmóvil en el césped. Se pidió el ingreso del coche-ambulancia, pero el jugador, tras unos segundos de espera, se repuso y salió caminando al borde del campo. No era nada de gravedad. Entonces, respiró tranquilo y pidió el ingreso.
Sus compañeros entendieron la situación del goleador y por eso, trataban de no hacer pases ajustados, sino de aprovechar su velocidad a través del contragolpe.
Pero Montero estaba apagado y a la espera del pitazo final para despedirse de su gente y planificar lo que será su futuro en el Villarreal español, donde permanecerá por cinco temporadas.
Tan tranquilo estuvo el jugador que cuando anotó el segundo gol, que a la postre fue el de la victoria, solo levantó sus brazos y se lo dedicó a los presentes. Eso y un par de corridas más fue lo último que mostró el fluminense.
El resto fue un acto de agradecimiento mutuo. En una improvisada tarima, los jugadores rodearon a Montero y con saltos y cantos le dieron el adiós definitivo.
La dirigencia del Independiente fue la primera en presentarse con una placa.
En seguida apareció el capitán del equipo, Vinicio Durazno, quien después de decirle “Dios te bendiga”, le entregó una camiseta blanca con la firma de todos los jugadores.
Acto seguido, una emisora radial de Sangolquí le regaló un CD con la narración de los goles de Montero y una placa. La barra del Rey y la barra del Chulo también lo festejaron.
Don Pedro se encargó de recoger los recuerdos. “Ese es el cariño que le tienen a mijo”, explicó el padre, quien colecciona todas las camisetas que ha lucido Montero. Incluso, ya tiene la del Villarreal.