Fabián Melo Moreno
Debe resultar fácil para los políticos gobernar sin hacer olas, satisfaciendo todas las peticiones que van haciendo los diferentes actores, como nos han tenido acostumbrados los 30 años de democracia continua.
Pero resulta más fácil pescar a río revuelto, como lo están haciendo Madera de Guerrero, el MPD, PSP y el Prian, entre otros, es decir los representantes de la derecha, que tienen sangre en el ojo por sus pérdidas consecutivas en los procesos electorales.
Sin embargo, lo peor de esta tragicomedia son los comentarios a boca de jarro del que dice que, de acuerdo con la Biblia, está actuando como hermano mayor.
Este individuo ha demostrado sin ambages su ambición por el dinero, el poder, el protagonismo, aupado por cierto sector de la prensa que le está convirtiendo en el número 1.
Como ecuatoriano que soy, me avergüenzo de este tipo de hermanos, de este tipo de seres humanos, con una ambición grande pero con una conciencia ratonil. Tenga o no tenga la razón.
Yo opino
María Auxiliadora Dávalos
Son seis meses en los que ya no se vive la agobiante campaña política, pues en las urnas la mayoría de los ecuatorianos votó a favor de la “revolución ciudadana”.
Hoy vivimos un ambiente de protestas y movilizaciones en contra de tal o cual ley. Algunos grupos han ido a las calles, otros usan los medios para ser escuchados, muchos buscan audiencia con los asambleístas e incluso con el Presidente; de cualquier manera buscamos que nuestras opiniones sean tomadas en cuenta.
Me pregunto si quienes están en el poder, ¿se interesan o simplemente hacen caso omiso a las formas que el pueblo tiene para expresarse?
Hace aproximadamente seis meses tuvimos la oportunidad de tener voz y voto, hace seis meses todos los ecuatorianos tuvimos “la sartén por el mango” y el poder de frenar o no al socialismo del siglo XXI y a sus representantes.
Hoy, tenemos voz y el derecho de ser escuchados, pero la decisión se nos fue de las manos.
Hace seis meses el poder del pueblo era el único y verdadero, nos expresamos en las urnas y ganó lo que hoy es realidad.
Los palos y las piedras no nos van a devolver nuestro poder de escoger a nuestros líderes y representantes. Nos queda la lección de meditar sobre lo importante que es nuestro voto y cómo con él forjamos nuestro presente y futuro.
Cae la popularidad del presidente Correa
Raúl Córdoba Avilés
Se nota a leguas que la popularidad y la credibilidad del presidente Rafael Correa van cayendo rápidamente, como si el Mandatario estuviese puesto un paracaídas de diámetro más pequeño y con varios orificios en su casquete.
Estos se agrandan mientras más duros son los términos que emplea cada sábado contra profesores, estudiantes, medios, periodistas, etc.
¿Y si a esto se agrega la crisis económica, que empieza a golpear el bolsillo de los ecuatorianos por la falta de puestos de trabajo? La verdad es que quien desciende con paracaídas no es para subir, sino para caer, sea parado o en calidad de bulto.
Por esto, sería urgente y necesario que el Presidente utilice el paracaídas de repuesto si quiere seguir firme en el solio, mientras abre los espacios al diálogo sin confrontaciones virulentas y sin aislarse de los grupos y movimientos sociales, es decir, como un verdadero estadista que no escatima esfuerzos en forjar un horizonte tranquilo, creando incentivos, confianza y seguridad para la inversión privada.
Pluralismo y libertad
Wagner Mantilla Cortés
Pluralismo, democracia y libertad deben ser los principios que guíen la supervivencia política del Presidente Correa.
Lo contrario es lo que se vive y tolera con una paciencia infinita, a punto de romperse, que es caudillismo, intolerancia, prepotencia que acaban con toda la fe pública.
Casi en tres años de la piñata correísta, se ve que la oportunidad se termina, los ingresos petroleros ya no existen, contratos de obras entregados sin ningún control, desempleo en aumento, inseguridad jurídica, instituciones que pese a la Constitución no logran espacios de independencia frente a la palabra oficial y el gran poder, ataques y desprecio por lo nuestro, al pueblo campesino e indígena, a la mujer, al trabajador, a los empleados, a los maestros.
Casi tres años donde el diálogo es la palabra sabatina en un estilo circense lleno de promesas, en medio de un mar de cortesanos que gozan de la piñata con sus lujos divorciados de la realidad, en un país pobre como es el Ecuador, un estado de descomposición moral.
Si este Gobierno creía que la meta era construir el socialismo, debe entender que no se lo hace por Decreto, como están convencidos desde la fábrica de leyes en Carondelet. Eso no es actuar con seriedad, es solo un espejo del complejo y difícil momento actual.
Es hora de exigir cambios en democracia, discutir seriamente que el Ecuador no es un bazar, ni una taberna, ni el espacio para nuevos ricos -entusiasmados con el supuesto socialismo del siglo XXI para su beneficio- y su subordinación al caudillo. La patria exige cambios, señor presidente Rafael Correa