El Conservatorio agoniza, pero la música lucha por seguir viva en Guayaquil

Antiguo edificio del Conservatorio Antonio Neumane, cuya reparación, tras sufrir un incendio, fue clausurada. Foto: Enrique Pesantes / El Comercio

En una de las planchas de zinc que impiden el paso al edificio del Conservatorio Antonio Neumane se lee: “El arte peligra”. El lugar fue desalojado en 2017, para remodelaciones tras un incendio.

Las autoridades de ese tiempo dijeron que las obras durarían 10 meses o un año, a más tardar. Pero han pasado ya cinco años y el edificio sigue cerrado, las obras fueron clausuradas y la ilusión de los futuros músicos, embargada.
Antes del desalojo, las cosas ya venían bastante mal. Alumnos y padres de familia señalan problemas en las salas de música e incumplimientos salariales con los profesores que, cansados de trabajar por amor al arte, abandonaban el Conservatorio para buscar un sustento para sus hogares.

A esto se sumaba la falta de mantenimiento. Los estudiantes muchas veces preparaban sus conciertos en medio de calores sofocantes o de basura, pues no había dinero para pagar a personal de servicio o reparar equipos.

Con la música a otro lado

Los estudiantes del conservatorio fueron reubicados en el Colegio Vicente Rocafuerte, ubicado a unas tres cuadras del lugar, y a la Escuela Costa Rica, contigua al centenario plantel educativo.

Allí comenzó la segunda estrofa de su sufrimiento. Se les destinó el área de cine, donde muchas veces tenían que practicar dos cursos de manera simultánea.

Como los males no vienen solos, el techo del lugar comenzó a ceder, por falta de mantenimiento. Fueron reubicados, nuevamente, en otros lugares del colegio.

En la escuela las cosas no marchaban mejor. Muchas veces los estudiantes de música tenían que esperar que los alumnos del plantel terminaran su horario y desalojaran el aula para poder ocuparla.

A esto se suma que los cubículos, que se diseñaron para una mudanza temporal, no sirven para una estancia permanente. Los sonidos de los instrumentos se mezclan y los músicos no pueden acoplarse.

Tampoco hay equipos electrónicos y los instrumentos han sufrido deterioro, al no tener un lugar fijo para mantenerlos.
Todos estos problemas hacen que el número de alumnos se mantenga cercano a los 700. Las personas que quieren inscribir a sus hijos en el Conservatorio no logran hacerlo de manera expedita; luego desisten de la idea y buscan alguna otra alternativa.

Las autoridades señalan en voz baja que es posible que las obras de readecuación del edificio se retomen en 2023. Pero que habría que hacer nuevos cálculos, pues los que tienen datan de 2017 y es necesaria una actualización.

De la falta de presupuesto y de personal, nadie habla. Oficialmente, no hay ninguna versión. El ministerio de Cultura no respondió a los requerimientos de información que se le hicieron.

Pasando el sombrero

La tierra donde nació Julio Jaramillo se niega a dejar de cantar. Hay otras agrupaciones musicales que han recibido el apoyo privado para no desaparecer.

Por ejemplo, el Centro Ecuatoriano-Norteamericano (CEN) acogió a la Sinfónica Juvenil José Joaquín de Olmedo, que perteneció a la Prefectura del Guayas. Esta agrupación nació como una iniciativa para rescatar a niños y jóvenes en situación de riesgo.

El CEN les facilita sus instalaciones para que practiquen y les contrata para algunas presentaciones. Son 47 jóvenes que tienen ahora un lugar fijo para ensayar y mantenerse a salvo en la música.

También hay otras alternativas para los que quieren aprender a cantar o a tocar un instrumento. En la ciudad hay una serie de institutos y academias privados que manejan precios que van desde los USD 5 por clase de instrumentos, hasta programas de más de USD 100 al mes para aprender solfeo, vocalización y expresión artística.

A esta propuesta privada se suma la red de coros, orquestas e institutos, solventados por el Municipio de Guayaquil, que están encargados de la enseñanza y difusión del arte musical en la ciudad.

Batuta

El Conservatorio Antonio Neumane fue inaugurado en octubre del año 1928.

El 8 de julio de 2014 sufrió un incendio a causa de un cortocircuito.

En noviembre  de 2017 se dio la mudanza para adecuar al edificio y modernizarlo, tras sufrir el incendio.

Las obras iban a demorar 10 meses. Sin embargo ya llevan cinco años y el proyecto está paralizado.

Guayaquil tiene a la orquesta Filarmónica como máxima exponente.

Esta agrupación de 56 músicos es dirigida por David Harutyunyan.

El municipal

Centro de Formación Cultural acoge a 100 alumnos, quienes reciben formación en guitarra, piano, arpa y canto. El plan de estudios es de dos años, con asignaturas como instrumental, teoría y solfeo, expresión escénica, armonía y composición, sonido y audio digital, entre otras materias.

Desafinados

La demora en la rehabilitación del edificio es solamente uno de los problemas. Se suma la falta de presupuesto para pagar a maestros, personal de limpieza y mantenimiento.