Los quiteños hacen trasbordos para ir del sur a norte de la ciudad

Grandes cantidades de personas se movilizan a pie por las calles de Quito, para llegara a su destino, este lunes 6 de julio de 2015. Foto: Ana Maria Carvajal / El Comercio

Grandes cantidades de personas se movilizan a pie por las calles de Quito, para llegara a su destino, este lunes 6 de julio de 2015. Foto: Ana Maria Carvajal / El Comercio

Grandes cantidades de personas se movilizan a pie por las calles de Quito para llegar a su destino, este lunes 6 de julio de 2015. Foto: Ana Maria Carvajal / El Comercio

Al embarcar las unidades del corredor Sur-Oriental o del Trole, los pasajeros escuchan una advertencia: los buses solamente avanzarán hasta el colegio Montúfar, en el primer caso, y hasta la parada de La Recoleta, en el segundo. La circulación vehicular por el Centro Histórico de Quito estará restringida hasta las 00:00 del miércoles 8 de julio del 2015.

La tarde del lunes 6 de julio, las personas que se movilizaban en vehículos que ofrecen el servicio de transporte municipal caminaban bajo la lluvia. Algunos salían del trabajo, pero otros querían llegar hasta el parque Bicentenario, para reservar un lugar para escuchar la misa campal que ofrecerá el papa Francisco, a las 10:30 de este martes 7 de julio.

A las 17:05, tres largas filas de personas se formaron en la estación del Trole de El Recreo, con dirección al norte. Cuando llegó el vehículo articulado, pasaron alrededor de 30 segundos y el bus estaba repleto. La gente empujaba para entrar, pese a las quejas de los pasajeros que estaban muy apretados.

Las ventanas estaban cerradas, por lo que había una sensación de humedad y calor, además de un desagradable olor, dentro de la unidad. Pero en medio de la incomodidad, la gente sintió alivio cuando el chofer dijo que este bus avanzaría una parada hacia el norte de La Recoleta: la de Santo Domingo. "Nos ahorramos siquiera esa cuestita", decía un hombre de unos 70 años a su compañero de viaje.

En el trayecto, las personas que estaban cerca de la segunda puerta pedían al conductor que no la abriera, para que la gente que esperaba en las paradas de la Villa Flora o Jefferson Pérez, por ejemplo, no intentara entrar a la fuerza.

Ya en Santo Domingo se encontraron con otras personas que caminaban y empezaban a retirarse fundas, rompevientos y ponchos de agua mojados. La lluvia había cesado.

El bus no pudo llegar a la parada, porque los policías le dijeron que debían dar prioridad a los peatones. Así que las personas bajaron de la alta grada a la vereda. Algunos jóvenes se quedaron junto a las puertas, para dar la mano a mujeres y personas de la tercera edad y ayudarlas a bajar.

Angélica Anchala, de 48 años, bajó del Trole junto a su hijo Jorge Ollagate, de 28. Ella, movida por la devoción, la fe en Dios y la ternura que le inspira el papa Francisco, decidió ir a acampar en la víspera de la misa, en el parque Bicentenario, junto a dos vecinas. Jorge decidió acompañar a su madre, para cuidarla.

Salieron listos para caminar hacia el norte. No sabían en dónde podrían tomar un bus para acercarse hacia el parque, ubicado en el norte de Quito, pero no les preocupaba mayormente. Estaban seguros de que se encontrarían en el trayecto con más gente que, como ellos, estaba dispuesta a una larga caminata para cumplir con su deseo de ver lo más de cerca posible a Francisco, en su misa campal.

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