San Antonio de Pichincha es el principal proveedor de materiales de construcción de la ciudad capital y, al momento, enfrenta una crisis que llevó a la paralización del servicio los 15 primeros días de este mes. Por un lado, los dueños de las canteras que abastecen de elementos como ripio, polvo, arena, piedras y demás materiales pétreos decidieron subir el costo del producto aduciendo que desde hace nueve años el valor estaba congelado y que el incremento es necesario para mantener operativas las minas.
En la posición contraria están los dueños de las volquetas que compran esos insumos y los venden en construcciones. Dicen que no es el momento adecuado para realizar el alza. Como medida de rechazo, las volquetas bloquearon los accesos a las minas de San Antonio.
Para entender la importancia que tiene esta situación, se debe saber que de esta parroquia, ubicada al norte del Distrito Metropolitano de Quito, en el sector de la Mitad del Mundo, sale cerca del 70% de los materiales con los que se construyen las edificaciones en la urbe capitalina.
La Unidad de Áridos y Pétreos del Municipio de Quito registra que en la capital las dos principales concesiones mineras se ubican en las parroquias de Píntag y de San Antonio. La primera cuenta con 19 permisos, la segunda con 11. Sin embargo, las minas de San Antonio de Pichincha son más grandes, por lo que despachan mayor cantidad de material.
Mientras el volumen explotado en Píntag en el primer semestre del año pasado fue de 186 894,46 m³, en San Antonio fue cuatro veces mayor: 803 406,1 m³.
‘Las canteras no hablaron nunca con nosotros’
Lo que estamos pasando con las volquetas es insostenible. Por eso nos unimos para mostrar nuestra preocupación. La pandemia nos ha golpeado durísimo y este no es el momento para subir el costo del material pétreo.
Por eso, con el presidente de la Asociación, Édgar Toapanta, y con Luis Vizcaíno y todos los dirigentes del sector damos a conocer la problemática. Trabajamos por el bien de todos los transportistas.
Las canteras subieron el precio, pero hizo falta socialización. Solo pusieron hojas en las garitas, pero nunca hablaron con nosotros. Antes, por ejemplo, costaba USD 40 un viaje de polvo azul, ahora nos subieron a USD 50, es decir, hubo un alza del 25%.
Otra de las cosas que no están bien es que el sector minero también tiene volquetas y compite con nosotros, que solo nos dedicamos a transportar. ¿Cómo podemos competir con ellos? Ellos entregan a hormigoneras y les dan un precio especial. Y si eso fuera poco, también tenemos competencia desleal de las volquetas informales.
Al enterarnos de la subida del costo, lo rechazamos. Nuestra propuesta es trabajar junto con las minas para regular el mercado. Ellos dicen que ha subido el precio del combustible, pero ellos usan diésel subsidiado, porque pertenecen al sector industrial.
Por eso paralizamos el servicio y bloqueamos el ingreso a las minas por 15 días, con la esperanza de llegar a un acuerdo; lamentablemente, no llegamos a ninguno.
Nos reunimos con las autoridades municipales y del Gobierno, pero no se logró mucho. Debimos levantar la medida de paralización porque nosotros debemos trabajar para poder comer. Por eso debimos dejar de protestar y acoger esos nuevos precios.
La gente debe entender que a nosotros sí nos ha afectado el alza del combustible. Antes pagábamos USD 1 el galón. Ahora cuesta 1,90.
Los gastos son enormes. Para que tenga una idea, una volqueta de 8 m³ tiene seis llantas. Cuando hay mucho trabajo, duran seis meses. Ahora, como hay poco, pueden durar hasta un año, pero cambiarlas cuesta USD 3 000; salen
a USD 500 cada una.
Estos son vehículos caros. Una volqueta cuesta más de USD 100 000. Algunos socios pagan cuotas mensuales de USD 2 500. Para poder pagar deberían hacer unos cuatro viajes diarios. No estamos en contra de los mineros.
‘Era necesario subir el precio para seguir operando’
Los insumos y materiales que tienen que ver con esta actividad se han incrementado. La situación es complicada y desde hace meses venimos sintiendo el impacto. Por eso los dueños de las ocho minas regularizadas de la zona nos unimos y decidimos hacer un pequeño ajuste al precio mantenido desde 2014.
El incremento fue necesario, tomando en cuenta la inflación, el alza de salarios a nuestros trabajadores y cómo se ha encarecido esta actividad. Nos vimos afectados desde octubre de 2019, y luego llegó la pandemia y complicó más las cosas. Durante el confinamiento no pudimos vender nada. Por ejemplo, en la cantera Terrazas de Mandingo teníamos 12 empleados, ahora contamos con ocho.
Socializamos la medida con los volqueteros. Ocho días antes del alza pusimos en las casetas de recaudación los nuevos precios. Hay que entender que somos minas pequeñas, no de gran escala.
Se calcula que de San Antonio salen unos 700 viajes al día de las canteras legales. Vendemos tanto porque nuestro material es el más barato a nivel nacional.
Hemos hecho inversiones. Ahora casi todas las minas tienen procesos mecánicos de trituración, lo que ha mejorado la calidad del material. En las canteras contamos con máquinas como excavadoras, cargadoras y equipos de trituración, sus piezas se desgastan. Cambiamos algunas cada dos o tres meses. Solo en eso gastamos entre USD 12 000 y USD 15 000. Son costos altos. Y si no se hacen, los equipos pierden eficiencia.
Solo en mano de obra y mantenimiento al mes se necesitan, dependiendo del tamaño de la cantera, USD 20 000 para estar operativos. Aparte se usan 150 galones al día de diésel.En toda la cadena de la construcción se han hecho ajustes. Nuestras alzas fueron prudentes. El precio más alto es agregados finos, por ejemplo, el polvo azul que sirve para hacer el hormigón. A ese producto le estamos subiendo 56 centavos por metro cúbico.
Compensamos los costos de los insumos, lubricantes y aceros que usamos; pues han subido. Presentamos informes semestrales de productos al Municipio. Y, dependiendo del volumen, pagamos regalías e impuestos. De nuestra cantera se extraen alrededor de unos 10 000 metros cúbicos al mes. Hay otras que extraen más. La gente debe saber que este es un trabajo regulado y afectado por la crisis.