La vía antigua que conduce a Penipe permanece cerrada. Foto: Glenda Giacometti
Bastaron dos días de lluvia para que el lodo y los lahares represados en las partes altas del volcán Tungurahua descendieran por cinco quebradas ubicadas en el sur oeste del coloso. En cuestión de minutos varios tramos de la antigua vía Penipe – Baños desaparecieron debido a la fuerza de la naturaleza.
Eso ocurrió hace tres semanas. Desde entonces los moradores de cerca de 20 comunidades pertenecientes a tres parroquias de Penipe, un cantón ubicado al norte de Chimborazo, toman una ruta más larga para llegar a sus viviendas ubicadas en la cabecera cantonal.
Esta no es la primera ocasión que ocurre algo similar. De hecho en el invierno los derrumbes son frecuentes. Pero esta vez, los moradores del sector se sienten inquietos. Ellos temen que las autoridades gubernamentales pierdan el interés en mantener la vía en buenas condiciones por la reciente inauguración de una vía alterna, la vía Penipe – Cahuají – Baños.
Además, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos emitió un informe técnico que declara a la carretera antigua como un sitio de altísimo riesgo por su ubicación geográfica. Esa declaratoria impide que las instituciones gubernamentales inviertan recursos en el mantenimiento y rehabilitación de esa vía, además restringe su uso para el transporte público y el turismo.
Cerca de 500 personas que habitan en las tres parroquias utilizan la carretera a diario para transportar sus productos agrícolas y lácteos. Además se movilizan por allí para retornar a sus viviendas después de sus actividades en el campo.
Para llegar a la nueva carretera la gente camina al menos 20 minutos; allí toman un bus y llegar Penipe les toma al menos una hora. Mientras que caminando por la vía antigua que funciona desde hace unos 150 años se demoran 20 minutos.
“No todos tenemos carro, eso no consideraron cuando hicieron esa carretera. Es complicado salir a la nueva vía con nuestros productos al hombro. Nos afecta económicamente”, afirma Mario Rosero, de 50 años.
Él vive en Bilbao, una de las parroquias más afectadas por la actividad volcánica del Tungurahua. Allí habitan unas 300 personas que se resisten a moverse por la nueva carretera.
“Nosotros recibimos casas del Gobierno cuando se activó la ‘Mama Tungurahua’. Decían que era peligroso vivir aquí, que debíamos estar en Penipe. Muchas gracias por darnos las casas, ¿Pero de qué vamos a vivir?, ¿Qué vamos a comer? ¡No podemos comer ladrillos! Necesitamos regresar a nuestros terrenos y trabajar. No tenemos carros, por eso esa vía que ayudaron a construir nuestros abuelos a pico y pala, es nuestra vida”, opina Manuel Rosero, otro morador.
Pero para la gente que vive en los extremos de la vía, no solo la economía de su hogar depende de esta, sino también su vida. La carretera antigua es una rápida ruta de evacuación en caso de una emergencia relacionada con el Volcán Tungurahua.
“En caso de una erupción, la gente está lista para movilizarse por la vía y llegar en 10 minutos a Penipe, por eso debe mantenerse abierta todo el tiempo”, afirma Hugo Ávalos, director de la Unidad de Planificación del Municipio de Penipe.
Entre tanto, en la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos se recalca que no existe ninguna disposición que determine el cierre de la vía, un rumor que asusta a los comuneros. “La vía se mantiene como una ruta de evacuación para que la gente de Bilbao pueda salir a Cahuají. Pero usarla como una vía de tránsito continuo sería una irresponsabilidad, por eso se construyó una vía alterna”, afirma Marco Morillo, director zonal.
La declaratoria de alto riesgo también impide la construcción de nuevas obras de infraestructura en ese sitio. “Es cuestión de sentido común. No se puede invertir en algo que puede perderse en cualquier momento”, resalta Morillo.
Pero para el Cabildo, procurar por la economía de la gente que depende de la agricultura y la ganadería para subsistir también es una prioridad. “Precautelar la vida y la seguridad de la gente siempre será lo más importante, pero no podemos ignorar su economía y su modo de vida, por eso nuestro compromiso es mantener esa vía abierta”, afirma Ávalos.
El Cabildo realizó rigurosos estudios técnicos para encontrar soluciones que les permitan evitar que la carretera se destruya cuando desciendan lahares. Sin embargo requieren al menos USD 2 millones para rehabilitar la carretera y convertirla en un sitio seguro y adecuado.
“Necesitamos la colaboración del Ministerio de Transporte y Obras Públicas para rehabilitar la vía. Requerimos cinco puentes para colocarlos sobre las quebradas y ellos los tienen en desuso en el interior de sus talleres. El Municipio se encargaría de todo lo demás”, concluye Ávalos.