No fue necesario ser un hombre rana para entrar al submarino Shyri. La mañana de este sábado 11 de julio, en uno de los muelles de la Base Naval Sur de la Armada Nacional en Guayaquil, la estructura negruzca mantuvo su escotilla abierta para recibir a decenas de visitantes.
Hombres, mujeres y niños pudieron sentirse como tripulantes al recorrer el interior del área de comando y la zona de lanzamiento de torpedos de este histórico submarino convencional, construido en Alemania y que pasó por un proceso de modernización en Chile, entre 2008 y 2014.
Su interior está forrado por paneles de controles, con un sinnúmero de botones, incluso los que manejan los ocho tubos lanzatorpedos de 553 mm. Aquí las fotos no están permitidas por cuestiones de seguridad, como explicaron los oficiales. Pero la experiencia resultó inolvidable para los pequeños estudiantes de varias escuelas que llegaron a la Base Naval.
El teniente José Mora explicó a los asistentes las características tanto del submarino Shyri como del Huancavilca, anclado muy cerca. Por ejemplo, pueden alcanzar hasta 300 metros de profundidad y por ahora recorren toda la costa ecuatoriana, en tareas de seguridad interna.
Mayra Mero vivió la experiencia marinera por unos pocos minutos. “Es realmente como se ve en las películas. La experiencia de embarcarse es única”.
Y mientras algunos se embarcaban en los distintos buques atracados junto a un ramal del Estero Salado, los miembros de la Armada hacían demostraciones de los elementos de los barcos y hasta enseñaron a hacer varios nudos marineros a los visitantes. La feria es parte de las actividades por las fiestas patronales de Guayaquil.
El marinero Manuel Maridueña estuvo encargado de la guía en el interior del BAE presidente Eloy Alfaro. Al arribar, lo primero que llama la atención es la gran cubierta de vuelo y el hangar. Este buque de guerra puede soportar un helicóptero.
Martha Carrasco aprovechó la ocasión para recorrer junto a su familia el buque Eloy Alfaro y el Calicuchima, que en 2010 viajó a Haití para llevar ayuda humanitaria tras el terremoto que afectó a ese país.
Su esposo tiene 30 años en la Armada Nacional, pero esta es la primera vez que se embarcó en estos emblemáticos buques de combate. “Él sale a navegar y yo solo veía las fotos. Ahora estoy aquí, a bordo”, dijo luego de hacer unas fotos a sus dos hijas, junto a la torre de cohetes del BAE Alfaro.