En la avenida Jaime Rivadeneira, en Ibarra, se trazó hace tres meses uno de los 23 ejes viales que hay en la ciudad. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO
Con las manos manchadas de grasa, Cecilia Guevara desarma las piezas de una bicicleta. El olor a gasolina es permanente en el taller de 32 m2 que arrienda en Ibarra (Imbabura). Ahí funciona Ciclo Lizbeth, desde hace 23 años.
Según la artesana, en los tres últimos meses el número de clientes aumentó. “Antes de marzo -cuando se inició la emergencia sanitaria- atendía un promedio de 10 clientes al día. Ahora llegan entre 30 y 40. Es una bendición que más gente esté usando las bicis”.
La mujer comenta que trabaja con la ayuda de Lizbeth, la última de sus cuatro hijos.
Una de las razones es que creció el número de ciudadanos que decidieron usar este medio de transporte alternativo, tras la aplicación de la cuarentena, asegura Mario Muñoz, jefe de Movilidad Sostenible de la Empresa de Movilidad del Norte (Movidelnor).
Es decir, cuando los carros prácticamente no podían circular, la gente decidió caminar o transportarse en bicicleta.
De acuerdo con un conteo que realiza la institución desde abril pasado, hay un promedio de 1 200 desplazamientos diarios en bicicletas.
Alexandra Calderón, una pedalista ibarreña, llegó al tallerCiclo Lizbeth para que le inflaran uno de los neumáticos. Señala que dejó de usar el transporte público por temor a contagiarse del nuevo virus.
Además de esta profesora parvularia, hay muchas personas que desempolvaron las bicicletas que tenían arrumadas en sus casas. Con casco, mascarilla y guantes se desplaza por la ciudad. Asegura que Ibarra es ideal porque tiene una geografía plana y pequeña.
En la ciudad vecina de Tulcán también es evidente el uso masivo de bicis. Omar Chamorro, director de Obras Públicas del Municipio, indica que en esta urbe se realizan 2 600 viajes por día.
La cifra se desprende de un estudio hecho en varios puntos de la ciudad, antes de la construcción de las ciclovías.
Ahí se han trazado 20 kilómetros de ciclorrutas, en ejes longitudinales y transversales.
Chamorro dice que en abril, el Cabildo acordó diseñar esas rutas para seguridad de los pedalistas, luego de que el COE nacional emitiera una guía de movilidad humana, que recomienda el uso de la bicicleta.
El llamado Plan Emergente de Ciclovías incluyó rutas que permiten llegar a las zonas en donde están las áreas de salud, financiera y comercial.
Ahora trabajan en una segunda fase de ciclovías. El objetivo es pasar de los ramales compartidos con los autos a los exclusivos para bicicletas.
En Ibarra también se han trazado ejes exclusivos para las bicicletas. Hay 33 kilómetros a lo largo de 23 ciclovías, entre permanentes y de emergencia.
En la ciudad de Cotacachi hay 2,8 kilómetros y en Otavalo aproximadamente 6.
El uso de este vehículo en Tulcán se promocionó con el apoyo de deportistas del ciclismo, como Richard Carapaz, Jorge Montenegro, Alexander y Jefferson Cepeda.
También se ha activado la venta de bicis. Así asegura Pedro Rodríguez, ganador de la Vuelta a la República por cinco ocasiones, que ahora gerencia el almacén de bicicletas y repuesto Águila Importaciones.
“Las ventas han subido de USD 10 000 a 18 000 al mes”, calcula. La mayoría de personas busca las económicas que van de USD 150 a 300, dice.
Asegura que lo positivo de todo es que la bicicleta está dinamizando la economía local, de almacenes y talleres.
Ciclo Lizbeth es una de las 30 mecánicas de los caballitos de acero que hay en Ibarra. El trabajo más recurrente es el parchado de llantas. Cuesta USD 1, comenta su propietaria.