Se trata de un hombre profundamente tranquilo. Un economista que hizo del periodismo su primera carrera y la vía para estar al día en el desarrollo de los procesos económicos y, especialmente, de sus análisis y debates.
La serenidad y la solvencia en materia económica -como valores intrínsecos- lo han posicionado entre los mejores periodistas económicos que acuña el país.
De las aulas de la Pontificia Universidad Católica pasó a la Redacción del semanario Líderes, de EL COMERCIO. Un exeditor General, Hernán Ramos, solía decir: es más fácil hacer que un economista aprenda los secretos del periodismo que lograr que un periodista escribiera bien sobre Economía.
En este caso no pudo ser de otra manera, se enlistó en este camino con una peculiar dedicación y hoy es su impronta. Claro, que como el resto de economistas júnior, “aprendió a soltar la mano” con la aburrida y básica tarea de redactar los textos cortos. Con paciencia, que es lo que le sobra, una ávida y diaria lectura económica y, casi sin una expresión de frustración en su rostro, se fue configurando el editor frío y, a su vez práctico. Así lo describe Santiago Ayala, compañero de aula y periodista económico.
Siempre con un terno elegante e impecable, zapatos lustrados, corbata moderna y una imagen exageradamente relajada -muy poco común entre periodistas- se presenta en ruedas de prensa o para reportear un tema. Es de los que se toma todo el tiempo para escuchar y, cuando el entrevistado menos se imagina, enfila preguntas sesudas e inteligentes, que han dejado a unos cuantos entre las cuerdas. No obstante, esto no lo hace sentirse satisfecho, así que no se apresura a emitir conclusiones. Busca más allá de discursos y textos esas conexiones que puedan tener los actores entre sí y estos con todo lo que sucede en el escenario económico y político. Esto sin dejar el análisis de cifras.
Su escuela periodística
Esta forma crítica y racional de perfilar y armar los temas lo ha caracterizado, pero también ha puesto a prueba a sus pupilos y, a su vez, le ha servido para formar a periodistas económicos, como Carolina Enríquez, quien recuerda que César le abrió la cancha para desarrollar su potencial. En las reuniones de planificación había que llegar bien preparado para que las propuestas planteadas sobrepasen las infinitas dudas de ‘el economista’ o ‘el profeshor’, como se lo conoce en el Diario.
Pero en estas largas y extenuantes charlas se las ingeniaba para matizar y hasta diluir la frustración de algunos con bromas y chistes de fina y oportuna estampa. Nunca ha espetado un mal trato a nadie. Aunque sí, a veces, lucía un rostro de ‘Emperador’ César Augusto, sobre todo en el cierre de ediciones que a más de un periodista o pasante ha asustado. Esta imagen aún tiene en su memoria Alberto Araujo, uno de sus reporteros del área energética. Tan pronto pasaba la tensión volvía a su característica calma con la que se ganó la confianza de sus colegas.
Esos nervios de acero le han hecho tomar decisiones acertadas, por lo que genera esa sensación de que el barco va a puerto seguro. ¿Se equivoca? Sí, pero nunca le da la importancia de una tragedia. Suele tratar a los problemas con la misma frialdad del proverbio japonés: “si hay solución, para qué te preocupas; si no hay solución, para qué te preocupas”. Esto hacía que en medio de la vorágine de las jornadas diarias lograra disfrutar de un café con orejitas.
Sencillo, generoso y con el trabajo como su columna vertebral, era habitual que salga a altas horas de la noche a su casa, en donde le esperan sus “princesas” (esposa e hijas).
La pasión con la que trabaja también la ha extendido a los deportes. En sus inicios lo acogieron para un campeonato de básquet interno. Pero lo que no sabían era que había sido un diamante casi pulido en saltar y encestar. Resultó el ‘Magic Jhonson’ del equipo, dice Víctor, ‘El Curry’ Vizuete, exeditor.
Ha participado en carreras como la 15K Últimas Noticias, la bicicleta es otra de sus compañeras. No se diga el pimpón, en que varios diseñadores gráficos, como Antonio Salazar -entre risas- cuenta que los apodó “clientes fijos”, pues se enfrascaban en tratar de ganarle. Las competencias de aguas abiertas también le decantan, entre ellas: el cruce San Vicente-Bahía de Caráquez y el lago San Pablo. En este último, Carlos Rojas, otro periodista, destaca su participación, pues subió al podio tercero en su categoría (50-59 años).
Tras 23 años de entregarse al periodismo, hoy cuida de su salud. Sus compañeros y amigos de EL COMERCIO organizaron una peña en retribución a su amistad y enseñanza. Será este sábado 23 en la UNP, a las 20:00, porque su lucha continúa.
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