Aquí en el Ecuador

Por la proximidad del siguiente período de Rafael Correa, cuatro años más a partir del 24 de mayo del 2013, días atrás me preguntaron si en el Ecuador habrá condiciones para que sigan viviendo los que discrepen con el Gobierno. Mi respuesta -respetando lo que otros piensen- fue "sí".

En mi caso, estando por llegar en julio del 2013, a los setenta y un años, no tengo otro plan de vida, ni quiero tenerlo. Me retiré de la militancia política el año 2009, pero no he hecho "voto de silencio". Por eso en la columna expreso lo que pienso y reflexiono.

Creo que todos los que queremos al Ecuador debemos aquí situar nuestros esfuerzos y, aun sobre las discrepancias en ideas o en temas específicos, debemos reflexionar en que podemos coincidir con otros ecuatorianos, estén o no en espacios de poder.

Aun ante las adversidades debemos ser optimistas. Siempre es posible construir y fortalecerse con alternativas y con opciones. Fugar puede ser derrotismo en la coyuntura. Si se discrepa, hay que expresarlo; pero, sin renunciar a hacerlo, también se debe intentar encontrar salidas o soluciones. No debe caerse en la trampa del miedo. Ni tener miedo, ni sembrar miedo.

Si en Venezuela no hay ni papel higiénico, y -se dice- "estamos en similar camino", ¿qué irá a pasar en nuestro país? Por favor, ni Ecuador es Venezuela, ni Correa es Maduro, más allá de frases políticas. Los seis años y meses de Correa permiten evaluarlo como tal sin confundirlo con otros.

Tampoco Correa es Néstor/Cristina Kirchner, en Argentina, con sus entornos de corrupción y descontrol cambiario.

¿Y se impondrá el Código Penal Integral con su carácter tremendamente represivo? Con la mayoría absoluta del Gobierno es un riesgo, pero hay que producir el debate público, para racionalizar las discrepancias, sin solo caer en frases comunes de cuestionamiento a dicho Código.

¿Y se saldrá de la sumisión de operadores de justicia que sólo actúen en forma obsecuente con el poder? No será fácil, pero habrá que cuestionar sus actuaciones, ante las evidencias de esa obsecuencia.

¿Y se dejará atrás la práctica de querer ver en la contradicción una ofensa al poder y en la protesta o movilización social un acto de terrorismo? Habrá que evidenciarlo, pero además evitar generar amenazas y violencia porque éstas toman fuerza de tornado, los que no tienen poder político ni sometimiento judicial a su servicio saldrán perdiendo.

No estoy planteando abandonar la contradicción ni abstenerse de la protesta o movilización social, sino invitando a ser creativos en las formas para que no se multipliquen amenazas y violencias.

A Correa habrá que reconocerle lo positivo de su gestión, no callar sobre excesos y autoritarismo en el ejercicio del poder, ni silenciar hechos evidentes de corrupción en el entorno del poder.

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