Redacción Sociedad
Desde el viernes pasado, aguas de formación se escapan del pozo Shuar 24, a cargo de Petroproducción. Los moradores cercanos abandonaron su finca; mientras que en la petrolera prohibía la entrada a la zona.
Un pequeño riachuelo lleva en su camino una carga tóxica: las aguas de formación que emanan desde el pozo Shuar D24, del campo Libertador, en el norte de Sucumbíos. Cerca del afluente el olor a químico es insoportable y la fama de que esos desechos causan cáncer obligaron a que ocho de familias de Pacayucu abandonen sus fincas súbitamente.
Norma Rosillo dejó su hogar desde que la madrugada del viernes pasado, cuando escuchó una detonación en el pozo, que apenas se encuentra a unos 100 metros de su casa de madera. Ella, su esposo y sus cinco hijos decidieron salir y buscar refugio en la finca de su madre que se encuentra lejos de la zona de peligro.
El lunes pasado, fue a comprobar cómo estaban sus animales. Su caballo, uno de pelaje blanco, estaba atado cerca de un potrero. Ella decía que lo veía flaco, que sospechaba que había bebido de las aguas residuales. También pensaba que sus gallinas no estaban bien.
En el pozo, que está a cargo de Petroproducción, se trata la información con reserva. Un equipo de guardias de seguridad prohíbe la entrada a cualquier extraño y tienen el apoyo de un contingente de los militares. Dentro se puede observar a equipo caminero que intenta sacar un lodo gris, hacia unos canales que llegan al riachuelo; una motobomba del cuerpo de Bomberos y maquinaria con las siglas de PDVSA, la empresa petrolera de Venezuela.
Vicente Castillo vivía 12 años cerca del pozo y no ha tenido problemas, para la subsistencia y el consumo del agua. Ahora es otro de los desplazados. Él recuerda que los trabajos en el pozo Shuar D24 empezaron hace apenas tres semanas, pero que la madrugada del viernes cuando había los ruidos de perforación algo ocurrió mal. Entonces, se regaron las aguas residuales a un pantano cercano y luego al riachuelo. “No podemos vivir aquí, esto no tiene remedio”.
Efrén Jaramillo, otros de los afectados , también piensa ir a vivir a otro lugar, porque no cree que puedan descontaminar la zona afectada. Dice que el riachuelo de agua contaminada sigue su camino, irá el río Pacayacu y luego al Aguarico. “Nosotros le dijimos a Petroproducción que no haga la perforación”. El finquero dice que le enviaron una carta a la petrolera para que no trabaje en una plataforma, porque sabían que estaban reactores de otros pozos, pero Petroproducción les prometió que trabajaría con equipos de última tecnología.
El agua de formación está compuesta metales pesado, como sulfuros, plomo y, principalmente vanario, que es sumamente un cancerígeno. Su carga tóxica se acumula en plantas, animales. Según Jaramillo, para evitar que ingieran esa agua, los petroleros les dieron agua para su consumo, pero que no es suficiente.
La versión oficial
La estatal petrolera informó que controló un derrame de agua de formación en el pozo del norte de Sucumbíos. La noticia la divulgó el lunes pasado.
También se aseguró que el personal recogió el derrame, “producido por el deslizamiento de una pared de tierra de una piscina construida para alojar el agua de formación”.
La descontaminación de la zona afecta, según expertos, pudiera tardar hasta 50 años, porque el agua de formación es peligrosa y son afectados la vegetación y fauna de la zona afectada.