Debate sobre costo y eficacia de las maestrías empieza

Estudiantes de la Flacso, en una clase de la maestría de Estudios Socioambientales, con Anita Krainer. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Con la ilusión de no quedarse como empleado dependiente y montar su negocio, Andrés Palma estudia una maestría en Administración de Empresas.
Su plan es estar en capacidad de guiar a pequeños micro-empresarios de las parroquias, con proyectos por desarrollar.
El joven, de 29 años, espera tener ingresos extras por asesorías. En la Universidad Indoamericana, Palma paga USD 2 300 por semestre. Serán USD 7 500 al terminar la maestría, en un año y medio.
En el país, 1 016 estudiantes se matricularon en programas de maestría de universidades y politécnicas en el 2018. Ese año se registraron 14 638 títulos de maestría. Y hasta enero pasado hay 1 388 nuevos títulos registrados.
El pasado 2 de abril, la asambleísta independiente Viviana Bonilla presentó un proyecto que implicaría una nueva reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES). El objetivo: reducir los costos de la maestrías en el país.
Lo hizo ante la Comisión de Educación del Legislativo, presidida por la asambleísta Silvia Salgado, quien indicó que la propuesta será analizada con los organismos del sistema de educación superior.
Salgado explicó a este Diario que uno de los puntos de la propuesta, que se contrapone a la ley vigente, es la idea de que los costos se apliquen de acuerdo con la categoría de las universidades. Eso ya no rige.
En el plan de Bonilla, los centros de primer nivel no podrían ofrecer programas de este tipo de más de USD 11 820.
En la Universidad Central, la maestría que menos cuesta bordea los USD 3 000, en el área de estadística, mientras que la más cara, en el campo de la salud, llega a los USD 15 000.
En universidades privadas, las maestrías vinculadas a salud llegan hasta los USD 20 000, según sus autoridades.
Alejandro Ribadeneira, director de la Escuela de Negocios de la Universidad de los Hemisferios, dice que hay metodologías y particularidades en cada programa que no permiten estandarizar precios. El número de estudiantes y los recursos que requiere cada maestría marcan la diferencia.
Raquel Cordero estudió una maestría en Comunicación y Opinión Pública en la Flacso. Espera pagarla hasta mayo. Para cubrir los USD 6 500 que le costó el posgrado, la mujer de 32 años hizo un préstamo y utilizó su tarjeta de crédito.
“Yo no me quejo por el costo”, responde, ya que para ella el precio justifica la calidad de formación que recibió. Pero a Cordero le preocupa no haber encontrado un empleo y condiciones acordes a sus estudios de cuarto nivel.
A José Luis Fiallos le llamó la atención la variedad de precios de las maestrías en el país. La mejor alternativa la encontró en una universidad pública. En Ecuador, la educación es gratuita solo hasta tercer nivel.
USD 5 550 le costó una maestría en Comunicación Audiovisual en la Central. Fiallos tiene un crédito que paga desde que terminó su posgrado.
¿En la práctica, qué alcance tuvo ese nivel extra de estudios? Asegura que, como funcionario público, no aplica los conocimientos adquiridos. Sin embargo, tiene más de un proyecto audiovisual propio que ha sacado adelante con sus conocimientos. Y planea ser docente universitario.
En la U. Central se ofertan 73 programas de posgrado, contó María Augusta Espín, vicerrectora académica y de posgrados. Contratos docentes y equipos según la especialidad son rubros que se cubren con lo que pagan los estudiantes. Espín asegura que el costo de una maestría en la universidad pública toma en cuenta a estudiantes que requieren apoyo.
Arturo Villavicencio, investigador de la U. Andina, dirigió el Consejo de Evaluación de la Calidad de la Educación superior. Considera que para desempeñarse en un empleo es suficiente con una buena formación de pregrado.
Sin embargo, cree que este nivel de formación ha bajado su calidad. Por ello señala que las maestrías suplen las deficiencias del tercer nivel.
Edison Hurtado, docente de la Flacso, asegura que mientras en los ochenta se conseguía trabajo habiendo cursado un par de años de universidad, y en los 90 ya era un requisito graduarse, a las generaciones actuales se les piden más títulos. Hay 1 705 programas de maestría vigentes en el país, según Senescyt.
Hace 10 años, tres de cada 10 profesores universitarios tenía cuarto nivel (especialización, maestría o doctorado). Hoy supera el 75%. En el país, la oferta de maestrías se concentra en el campo de las Ciencias Sociales, Educación Comercial y Derecho.
Para rectores como Carlos Larreátegui y Joaquín Hernández, de la UDLA y la UEES, al hablar de costos de maestrías se deben considerar parámetros técnicos y no políticos.