Redacción Judicial
Ibelia Torres era emigrante. Llegó a Quito cuando tenía 20 años, en busca de trabajo, y en poco tiempo conoció a Emilio, quien sería su esposo, el padre de sus hijos y la última persona que dio noticias de ella, antes de que desapareciera en 1996.
El 21 de noviembre de ese año, sus hijos, de 11 y 13 años, la despidieron por última vez. Esa tarde, los pequeños fueron con la familia Torres a la peregrinación de la Virgen de El Quinche.
En indagación previa
La medicina forense, con una técnica de proyección, permite reconstruir el rostro de una persona, a partir del cráneo.
La Fiscalía abrió una indagación previa para capturar al culpable del crimen y establecer el móvil del asesinato. A su retorno, al día siguiente, los dos buscaron a su madre en casa, en Guamaní, en el sur de Quito, pero no la hallaron. Entonces, su padre les dio una noticia que los marcó. Les dijo que Ibelia los había abandonado.
Según su hermano, Alcívar Torres, Ibelia y Emilio, oriundo de Alausí (Chimborazo) se conocieron en la construcción. Los dos trabajaban como albañiles. “Luego de tres meses de noviazgo se casaron”. La pareja se mudó a vivir en La Colmena, en el centro de Quito, hasta que levantaron una vivienda propia en Guamaní.
En 1996, Emilio aseguró a los familiares de la mujer, quien en ese entonces tenía 41 años, que se había ido. “Él mismo nos contó, con lágrimas en los ojos, lo sucedido. Incluso, dijo que mi hermana se había ido con otro hombre”. Según Alcívar Torres, Emilio también aseguró lo mismo a sus hijos.
Torres guardaba la esperanza de que Ibelia regresara. Por ello, todavía se niega a creer que el cuerpo de la mujer hallado el martes en el pozo séptico de la casa de Guamaní, corresponda al de su hermana.
El cadáver fue encontrado luego de que la Policía y la Fiscalía realizaran un allanamiento a la vivienda de Emilio. El caso de la desaparición fue denunciado hace años y se activó en la Fiscalía hace un mes. Los hermanos Torres cuentan que durante 13 años buscaron ayuda, sin obtener respuesta. Hasta que el proceso llegó al fiscal Vicente Reinoso.
Los familiares relataron pormenores del caso. Las declaraciones llevaron a Reinoso hasta la casa de la pareja, donde actualmente vive uno de los hijos de Ibelia Torres. En el lugar, a los investigadores les llamó la atención la construcción de una lavandería de cemento sobre el pozo séptico.
Rescatistas del Cuerpo de Bomberos fueron convocados para abrir un oramen. A las 20:00, luego de casi ocho horas de excavación, siguiendo la forma original del pozo, los socorristas hallaron una osamenta, a 20 metros.
Se descubrieron partes de un esqueleto, posiblemente descuartizado y mutilado: tórax y extremidades. Se presume que pertenecían a la mujer desaparecida.
Según las versiones de los familiares, a los ocho meses de la desaparición de Ibelia Torres, Emilio B. llevó otra mujer a la casa. Su nueva pareja estaba embarazada. Ellos residieron en el lugar hasta 2005, cuando se mudaron a Guaranda (Bolívar).
Alcívar Torres comenta que les pareció extraño que durante los 13 años nunca recibieran una noticia de su hermana. “Ella siempre nos llamaba o nos visitaba”.
Torres manifestó además que antes de desaparecer ella le comentó que tenía problemas. “Nunca supo cuáles, porque desapareció de un día para otro. En esa época ella vendía ropa y joyas”.
La excavación continuó ayer. Cerca del mediodía se encontraron un cráneo y el maxilar inferior, “en estado de momificación”. Con los otros hallazgos forman un cuerpo completo.
Los restos fueron llevados al Departamento Médico Legal. Los exámenes ayudarán a identificar el cadáver y determinarán si corresponde a Ibelia Torres.