Pocos creman a sus seres queridos
Redacciones Loja, Sierra Centro y Guayaquil
Cuando Esther Torres escuchó la posibilidad de incinerar el cuerpo de su padre, se negó rotundamente. Pero al final fue convencida por sus familiares que llegaron desde España para el sepelio, que fue hace cuatro años.
“Fue algo doloroso, pero ahora creo que fue una mejor decisión. Además, nos evitamos renovar cada cinco años el contrato para mantener la tumba o bóvedas en el cementerio”, comenta.
La familia de Torres contrató a la empresa El Retorno, la única en Loja que ofrece este servicio. Para su gerente, Jorge Luis Valarezo, en los primeros años se incineraba un cuerpo cada cuatro meses. Pero en la actualidad se creman entre 150 y 170 cuerpos al año.
“La tendencia a utilizar más este servicio se incrementó hace cinco años”, afirma Valarezo. La empresa cuenta con una capilla, una oficina, el equipamiento para la cremación (horno, camillas...) y un área para nichos.
En esta ciudad, la cremación cuesta USD 550. Los deudos pueden llevar las cenizas a cualquier lugar dispuesto por ellos o guardarlas en los nichos del cementerio. En este caso, se deben pagar USD 300 cada 10 años y se tiene la opción de juntar los restos de dos cuerpos.
Para la cremación de un cuerpo se requiere la autorización de los familiares y el permiso para la inhumación en el Municipio. El proceso dura hasta cuatro horas.
La cremación se realiza a una temperatura de 3 500 grados centígrados. Posterior a ello, las cenizas se entregan en cofres que cuestan entre USD 15 y USD 40.
En Ambato, las funerarias Guerrero y Meléndez son las más antiguas de la ciudad y son las únicas que ofrecen este servicio en la Sierra centro. La primera está ubicada en el norte de la urbe. Desde hace dos años envían los cuerpos a Quito, para la cremación.
Según su propietario, Geovanny Guerrero, en el año se crema un promedio de tres y cuatro cuerpos. “Esto se hace en Quito, porque allá el servicio está más consolidado que aquí”.
La cremación cuesta USD 450. Guerrero aclara que en Ambato hay poca acogida. “En varias ocasiones la familia se arrepiente en el último momento”.
En la funeraria Meléndez, la cremación se realiza en un horno adquirido en Argentina. Su dueño, Francisco Meléndez, indica que la compra del equipo se concretó hace más de un año.
El crematorio está en la vía a Píllaro, a 20 minutos de la urbe.
En este lugar se realiza un promedio dos cremaciones cada mes. Cada una tiene un costo de UDS 750, incluido un cofre de madera para guardar las cenizas y los servicios de velación.
Meléndez reconoce que el negocio no funciona como esperaba. Pero aspira a tener más clientes. “Poco a poco el espacio para enterrar a los seres queridos disminuye en Ambato y las personas tendrán que optar por la cremación. Además, es más barato”.
En Guayaquil, Roberto Wong, jefe administrativo del Cementerio General, cuenta que la cremación es un servicio que aún no tiene mucha demanda. “Esto se relaciona, principalmente, por una cuestión cultural y religiosa y no necesariamente por costos”.
En este cementerio se estableció un tarifario para cremación con precios asequibles. Sin embargo, la gente sigue prefiriendo la inhumación. Esto, por ejem-
plo, se puede constatar con la construcción de más nichos y bóvedas. El servicio de cremación cuesta USD 490.
En otros cementerios de la ciudad, la situación es similar. Uno de ellos es el Camposanto Parque de la Paz. Claudia Valdiviezo, encargada del área de Comunicación, señala que en promedio se realizan unas 12 cremaciones anualmente. Esta cifra se mantiene en los últimos años.
Muy pocas son las personas que, en vida, optan por paquetes funerarios que incluyan la incineración de sus cuerpos. Igual ocurre con los deudos.
La cremación tiene un costo que bordea los USD 1 000 en el Parque de La Paz. Los paquetes completos cuestan entre USD
2 790 y USD 4 600.
Manuel Vivas, jefe del cementerio Jardines de Esperanza, reconoce que muchas de las personas que piden este servicio tienen otra forma de ver la muerte, porque han vivido o han tenido experiencias en el extranjero. Sin embargo, la mayoría no recurre a esta alternativa.
Adicionalmente, señala, que en los cementerios hay espacios para construir más nichos o bóvedas. En promedio, en este camposanto los servicios de cremación tienen un costo que bordea los USD 1 200.
Testimonio Fernando Bastidas/ Maestro
‘Mi padre pidió que lo cremen’
Uno de los deseos de mi padre fue que sus restos sean incinerados y depositados a las orillas de los ríos que atraviesan Loja.
Él nació en esa ciudad. En su juventud tuvo que ir a Quito a estudiar y trabajar. Pero en las vacaciones viajábamos allá.
De niño, recuerdo que cuando caminábamos por el centro de Loja decía que por favor cumplamos su deseo y que en su funeral se toque la canción Alma Lojana. Era su preferida, junto con los tangos de Carlos Gardel.
Mi padre fue un gran maestro y falleció hace un año. Y antes de morir, nuevamente, insistió en el pedido aunque fue un proceso doloroso, triste… especialmente para mí y mi madre. Los dos queríamos enterrarlo en el cementerio y comprar una placa.
Incluso, en la funeraria se nos dijo que podíamos mirar el proceso. Personalmente no fui. Algunas personas indican que con la cremación ya no se paga el arriendo de un nicho.
Considero que esto no es cuestión de dinero sino de decisiones y creencias.
Punto de vista Juan Falconí/ Sacerdote
‘La cremación no tiene acogida’
Desde la antigüedad, la Iglesia Católica siempre ha honrado a los seres queridos. Por ello, la mayoría de las personas hasta el momento no acepta la cremación de los restos de sus familiares.
Muchos prefieren enterrar a los muertos en un cementerio para colocar flores en sus tumbas. Esto es una forma de demostrar afecto y cariño. Hay familias que han construido mausoleos.
Sin embargo, considero que nadie obliga a nada. Los fieles son quienes deciden, siempre que no renieguen la fe en Dios, es decir, que crean en la vida eterna.
Los cristianos mueren conociendo que Jesucristo murió en la cruz y que resucitó al tercer día y esa es su esperanza de vida.
La gente debe saber que lo interesante es que el cuerpo no resucita sino el espíritu glorioso.
Es por esta razón que la Iglesia respeta el criterio de la gente. Personalmente, opino que la cremación es más bien un lujo y una tendencia a la cual no pueden acceder las personas de escasos recursos económicos.