El fusión de las canciones de Pimpón y la Muñeca vestida de azul en una misma tonalidad y compás o el recorrido por la escala de notas con la historia de un burro que reclama por la comida con un hi-ho o la letra de los Pollitos iluminaron los ojos y las sonrisas de los niños y adolescentes del albergue Llanos de Pedernales.
La música llegó con el coro Guaguas Cantores de Quito, que se ensambló en una voz con cerca de 300 niños del campamento de carpas azules levantado en la vía a Chamanga, en Ecuador. Ese refugio, también conocido como Pedernales 2, es la casa de 188 familias damnificadas que perdieron sus viviendas en el terremoto de 7,8 grados del 16 de abril en Manabí.
Desde el teclado de un piano eléctrico portátil, José Criollo, maestro de Guaguas Cantores, dirigió el calentamiento de voces de los niños del albergue y de los coreutas. En un taller, la mañana del sábado 18 de junio del 2016, él compartió trucos sobre cómo se prepara un coro antes de salir a escena e improvisó canciones a solicitud del auditorio, bajo una tienda de lona blanca.
“No imaginé encontrar tan buena organización en el albergue”, dijo José Criollo. “Para nuestros niños y niñas fue la mejor enseñanza vivir la realidad. Muy pocas agrupaciones se atreven a hacer actividades de este tipo, llena de profunda sensibilidad y convivencia”.
La actividad coral fue parte de la jornada de arte que los visitantes llevaron al albergue de Pedernales. Guaguas Cantores entregó a los niños y adolescentes bolsos de tela para pintar (Bags to paint), donados por Salentino Group.
Los niños y adolescentes del albergue Pedernales 2 pintaron bolsos de tela, un recuerdo de la visita del coro Guaguas Cantores. Foto: EL COMERCIO
En un tendedero se colgaron bolsos de tela con distintos motivos para colorear: íconos del patrimonio turístico, artístico, cultural y natural de Ecuador. Cada pequeño del albergue escogió su bolso y recibió un mandil, pinturas, pinceles y una franela. Los Guaguas Cantores fueron los guías para colorear, al tiempo que el grupo Adamantium, que acompañó al coro, entonaba sones.
Las mesitas que se utilizan para el almuerzo, de 691 personas que viven en el albergue, se improvisaron como área de pintura, con cubetas llenas de acuarelas y paletas de papel para crear colores. 270 niños y adolescentes participaron.
“Por medio del canto y el arte compartimos sentimientos, consolidamos información de lo ocurrido y adquirimos conciencia de la realidad de una comunidad en una circunstancia diferente a la nuestra, con emociones de dolor y amor”, dijo Criollo, oriundo de El Oro, quien ha dirigido a coros de niños y adolescentes en Chile, Colombia, México y EE.UU.
En Pedernales, José Criollo, director del coro, junto a parte del grupo Guaguas Cantores de Quito integrado por 19 coreutas. Foto: EL COMERCIO
“Voy a sugerir a los padres de Guaguas Cantores declarar al cantón Pedernales nuestra segunda casa, nuestra segunda sede. E ir a brindar conciertos formales y capacitar a maestros con nuestra filosofía; desarrollar un proceso formativo coral infantil, con maestros de arte musical del cantón”, aseguró Criollo.
Por los callejones del albergue corrían niños con su bolso de colores colgado del hombro. Ahí guardaron el refrigerio, donado por la empresa SiCobra, golosinas y frutas entregadas por los niños del coro, conmovidos y entre lágrimas, al compartir juguetes y al despedirse batiendo manos desde las ventanas del autobús que los llevó de vuelta a Quito.