Libros catalogados según las necesidades directas de la comunidad, estanterías accesibles para niños de diferentes edades, áreas para compartir la lectura en familia…
Estos son algunos elementos que ya pueden palpar los usuarios en siete establecimientos que conforman la Red Metropolitana de Bibliotecas de Quito.
Vecinos y expertos fueron el motor para la renovación y la implementación de áreas de lectura infanto-juveniles, para niños y niñas de 3 a 14 años.
La inauguración de estos cambios se dio con un evento en Llano Grande. En la actualidad hay dos bibliotecas más en el norte, tres en el centro, una en Tumbaco y una en Píntag.
La iniciativa se dio a partir del modelo del fondo infantil de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Carlos Corrales, parte de la institución y coordinador del proyecto en los establecimientos de Quito, comparte que la investigación sobre la importancia de contar con esos espacios en universidades fue una de las herramientas.
El estudio está recopilado en ‘El sueño de las palabras, reflexión y práctica pedagógica de la Literatura Infantil’. En cada localidad se recabó información a través de talleres y grupos focales para considerar cada realidad. En ese camino salieron a flote circunstancias como migración, pobreza, trabajo cooperativo, adolescencia, vínculos afectivos, redes sociales.
Los seleccionados
Los títulos elegidos para las bibliotecas partieron de esas temáticas. Carolina Bastidas, experta en Literatura Infantil y fundadora de la librería El Oso Lector (La Floresta, Quito), fue la encargada de seleccionar las “semillas de las bibliotecas”, principalmente obras ilustradas y textos álbum.
‘Migrantes’, ‘Likeo, luego existo’ y ‘El rojo es bello’ (que habla sobre la menstruación) están en la lista. Según Carolina, con la selección se atendió a un sector que no existía en las bibliotecas: la primera infancia, con libros con
páginas de cartón, de tela, con solapas y con texturas.
Las jornadas con bibliotecarios se sumaron al proceso y contaron con el aval de la Facultad de Educación de la PUCE.
En Llano Grande, el cambio llegó tras 20 años de trabajo. Isabel Andrango es la bibliotecaria. Su difunto esposo fue uno de los precursores del sitio, adonde llegan lectores de todas las edades.
Hay quienes acuden en familia o con sus abuelitas. Aunque, en principio, van por los niños, quienes terminan enganchándose.
Otros usuarios van directamente desde los planteles educativos. Según la Subsecretaría de Educación del DMQ, en Llano Grande hay dos instituciones fiscales, seis particulares y dos fiscomisionales.
La comunidad
Un libro completo al año y dos incompletos sería la media de lectura en Ecuador. Estos datos resultaron de la Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y Consumos Culturales (2021).
Sin embargo, en los talleres y grupos focales constataron que, cada vez más, la comunidad demanda espacios como los recientemente adecuados en Quito, que se amplíen, se mantengan y renueven periódicamente. Las bibliotecas de la Red Metropolitana de Quito abren de lunes a viernes, desde las 08:00 hasta las 16:30.
Isabel tiene presentes experiencias y recuerdos relacionados con la lectura. Uno de esos es el de una madre quien llegó con su hijo, que tiene un trastorno del espectro autista. Para él, la biblioteca se convirtió en un espacio para aprender.