La falta de medicinas agrava la salud de miles de enfermos crónicos y personas de la tercera edad en la zona rural del país.
Los centros de salud no tienen fármacos para el tratamiento de cáncer, hipertensión, diabetes, entre otras enfermedades.
Estos establecimientos -también llamados de primer nivel- son los más cercanos a la población y tienen a su cargo la promoción, prevención, recuperación, rehabilitación y cuidados paliativos de los pacientes.
En el país son más de 1 500 puestos y centros públicos, pero por la crisis de salud, los profesionales tienen dificultades.
Ellos no están respondiendo a la demanda de atención que necesitan miles de sus usuarios.
La cuencana María del Carmen Pinto, de 52 años, lleva tres meses esperando por una cita con un especialista en diabetes, hipertensión y problemas de tiroides en el centro de la parroquia rural de Baños. El viernes 3 de junio, después de una larga caminata que hizo con una de sus hijas mayores, llegó a este centro. Ese día le volvieron a cambiar el turno para el martes 7 de junio.
En la farmacia tampoco recibió los medicamentos que necesita.
“No hay nada (losartán, eutirox y arados) señora, debe comprar afuera”, fue la respuesta que recibió en la ventanilla.
De allí abandonó el lugar con su mirada perdida, preocupada y molesta. “Solo tienen ibuprofeno y pastillas para el dolor”.
Cada mes se acerca a este lugar y es la misma repuesta, con el agravante de que hay días en que el azúcar en su sangre está muy elevada. Le sucede porque no está tomando la medicación como debe ser, por falta de dinero.
Afuera se encontró con Alison Quishpi, de 63 años, quien le comentó que no le dieron ni omeprazol para su estómago.
Ambas se sugirieron algunos tipos de aguas de hierbas medicinales para compensar la falta de medicinas. El centro de salud de La Merced de Baños tiene siete médicos generales, dos odontólogos, un psicólogo y tres enfermeras que realizan su año rural.
Cubre a una población de 18 000 habitantes y a un promedio de 50 pacientes por día.
Atención a críticos
Hay más de 200 pacientes crónicos que son visitados en sus casas por los médicos, porque no pueden acercarse hasta allá.
Les hacen los chequeos de control pero no llegan con las medicinas, según los pacientes.
Algunos tienen avanzada la enfermedad por interrupción del tratamiento, dijo una doctora. “Es una pena enfrentarnos a esta realidad en nuestra carrera profesional y duele porque es gente que se va apagando cada día por la desatención”. Henry Llanes, presidente de la Asociación de Afiliados, Jubilados y Pensionistas del IESS, asegura que hay mucha gente que está muriendo en sus casas.
No solo por las carencias en los centros estatales sino también de la Seguridad Social, cuenta.
Por ejemplo, denuncia que Obdulia Roa, de la provincia de Zamora Chinchipe, padecía de un aneurisma cerebral delicado.
No recibía a tiempo la atención médica, fármacos ni el pago de su jubilación “y todo eso le afectó y le produjo la muerte” .
Mencionó el caso de Giovanna Tacuy, jubilada del Puyo, que cada mes gasta USD 300 de su jubilación para enfrentar las molestias de una enfermedad degenerativa en la sangre. El Seguro Social debe atender sus necesidades de salud.
Él dice que en las zonas rurales la situación se complica, porque los dispensarios están lejos de sus hogares y hay dificultades para llegar a estos espacios.
Los pacientes se desaniman porque en esos lugares no encuentran lo que buscan. Las personas de la tercera edad son las que más sufren. Por eso el dirigente aprueba el llamado a juicio político, por parte de la Asamblea, a la Ministra de Salud.
Este Diario intentó dialogar con los coordinadores de las zonales 6 y 7 del Ministerio de Salud Pública sobre este tema y cómo lo están enfrentando. Pero no atendieron este requerimiento.