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Aucas perdió la categoría pero no la pasión de sus fanáticos

‘Aucas es la pasión de mi vida, pero mi mujer no lo entendió’

Paola Gavilanes y Álex Puruncajas

Mi nombre es Geovanny Vallejo y me divorcié de mi esposa por Aucas hace 15 años. Ahora  que tengo 50 no me arrepiento. En 1994 me hice  hincha del ‘Ídolo del Pueblo’, antes era un seguidor de Universidad Católica. Pero los malos resultados de la ‘Chatoleí’ me arrojaron a los brazos de mi Aucas.

A partir de ese momento me hice hincha a muerte  del Auquitas, en esa época el mantenedor de todos los equipos del país, incluidos Liga y Deportivo Quito.

Lo que más me llamó la atención fue la palabra ‘pueblo’. Me sentía identificado al 100%. Lastimosamente a mi esposa no le gustaba el fútbol. En dos ocasiones me acompañó a verle jugar a Aucas, pero después se cansó.

La relación se deterioró cuando me nació, junto a otros compañeros, la idea de formar la barra Armagedón, que hasta ahora existe. Formar un grupo de  apoyo para Aucas significaba asistir a reuniones, viajar con el equipo, en fin, un sinnúmero de cosas que mi esposa jamás entendió.

Un día, no me acuerdo bien la fecha ni contra quién jugaba Aucas, llegué tomadito a la casa y ella me dijo: “Escoge, tu equipo o yo”, y aquí me ve, apoyando a mi equipo, desde hace dos años como colaborar de Patricio Acosta, gerente  del plantel.

Los 13 años anteriores alenté al equipo desde las gradas, como la gente común, como la del pueblo, como soy yo (la voz se vuelve entrecortada y los ojos se humedecen).

Hace 15 años también me nació la afición por comprar objetos con el logotipo de Aucas. Ninguno de los que ustedes ven en mi habitación es repetido. Todos tienen un distintivo especial.

Esa afición por mi equipo también molesta a mi familia. Ellos no entienden que Aucas es un sentimiento, una pasión, una forma de vida que ahora se me está  agotando. No sé qué va a pasar con Aucas ahora. Bueno, seguramente lo seguiré alentando desde las gradas de cualquier estadio.

Hasta ahora he hecho lo mismo. Durante 15 años lo he seguido a todo lado, y durante los dos últimos años con más razón. Desde que colaboro con el club  estoy todos los días en las prácticas, acompaño a los jugadores en la concentración, converso con ellos...

Para un hincha eso no tiene precio. Por  eso lo aprovecho al máximo. Imagínense cuánto  dieran otros hinchas por vivir lo que yo vivo. Así fue como conocí al profesor Marco Antonio Etcheverry. Ese señor sí que se ganó mi cariño y respeto. Los jugadores también lo llegaron a estimar.

Las alegrías que Aucas me ha brindado han sido pocas. Pero cuando las recuerdo me estremezco de felicidad, aunque sé que ahora estoy viviendo lo peor. La anterior semana fue horrible. Desde que el equipo perdió 3-1 con Liga de Loja no pude dormir, estaba deprimido, ansioso... Es que no es justo que un equipo como Aucas tenga que vivir este infierno. Pese a ese panorama aún confío en que mi Aucas vuelva a hacer historia en el fútbol local.

‘Entré al club como ariete y contador’

En Aucas solo viví épocas de gloria. Soy Gonzalo Pozo, ex jugador. Llegué al equipo contratado por la Shell, una compañía petrolera que se radicó en Ecuador para buscar recursos. La empresa me contrató como futbolista para el equipo, pero también como asistente de la sección de contabilidad.

Marius Federicus Hulswit, entonces presidente de la Shell, invirtió dinero para formar un equipo competitivo. La propuesta no me pareció mala. A mí siempre me gustó el deporte. En el Colegio Mejía fui campeón de 100 metros planos y practiqué salto con garrocha. Luego, fui al Gladiador, que se coronó campeón en 1944.

Luego llegó la propuesta de Aucas. No me pareció complicado alternar el fútbol con la revisión de cuentas y números y acepté sin problemas la oferta. La Shell formó un plantel altamente competitivo. Y eso se demostró en la cancha. El club fue campeón de Pichincha desde 1945 hasta 1949, de forma consecutiva. 

En el conjunto tenía de compañeros a César Garnica, Pedro Acevedo, Guillermo Gavilanes, Víctor Cevallos, Eloy Mejía, Clemente Angulo, Marco Bermeo... El Aucas  prácticamente era la selección de Pichincha.

Algunos jugadores vinieron del Gladiador. Por eso, éramos un conjunto de primera línea. En esa época empezó a nacer la rivalidad con Liga de Quito. Ese era nuestro más grande rival. A mí el Aucas me dio todo. Por el equipo salí a jugar a Venezuela, al Unión de Caracas, y a Colombia, al Atlético Nacional de Medellín.

Pero salí al exterior no solo por mis condiciones futbolísticas. Los principales de la Shell dijeron que era un buen vendedor de seguros y me enviaron a Caracas.

Con el Aucas pasé de todo. Recuerdo que en un partido ante Liga alguien  intentó detenerme y golpeó mis testículos. Pero en el partido yo le di un baile. Era la mejor forma de responder a la agresión. Ahora estoy apartado del fútbol. Escucho de mi equipo solo por lo que informa la radio.

En mi época, jamás sufrí con Aucas. Tuve buenos momentos. El club siempre fue grande cuando jugué. Estoy seguro que volverá a surgir como los grandes.

‘La hinchada me sacó a hombros del estadio’

Aucas es mi hogar. En el equipo jugué 12 años, toda una época, con recuerdos imborrables. Soy Dennis Ibarra, ex arquero. Llegué al plantel en 1993 y me retiré en 2005.

Al equipo lo defendí a muerte, aunque siempre fui un jugador tranquilo. Recuerdo que incluso defendí al club en el camerino. En el entretiempo de un partido, discutí con el difunto Didí Angulo. El profesor Homero Valencia dio la charla. Pero Didí y yo no estábamos de acuerdo. Por poco, nos fuimos a los puños...

Esa fue una de las anécdotas en mi época de futbolista. Cuando llegué a Aucas, el equipo tenía solo un año en Primera. Jorge Bolaños y la ‘Araña’ Valverde alternaban como titulares en el arco. Mi debut fue ante el Deportivo Quito, en el Atahualpa. Gracias a Dios cumplí un buen partido. De ahí, jamás solté la titularidad.  

Antes había jugado en Liga de Loja. Ramiro Montenegro me observó en un partido y envió un representante para que me contratara. Fue un buen cambio. 

En Aucas, hice grandes amigos. Teníamos un equipo fuerte con  Édison ‘Oso’ Maldonado, Francisco Correa, Mauricio Argüello, Carlos ‘Cocoa’ Pazmiño, Juan Carlos Ayala... Recuerdo que un partido ellos me sacaron a hombros del estadio. Luego, llegaron  Renán Calle, Giovanny ‘La Sombra’ Espinoza, Agustín Delgado, René Higuita... 
  
En 2004 cumplimos una gran campaña. Ese año vino Higuita y fue titular. Pero igual apoyé al equipo desde la banca. No me quejo de mi época de jugador. Con Aucas estuvimos a un paso de clasificarnos a la Libertadores o llegar a la instancia final. Pero teníamos mala suerte.

En 1998 estuvimos a punto de clasificarnos a la Libertadores. Pero ese año solo se clasificaban dos equipos a la Copa. En 2003 quedamos cuartos y solo se clasificaban tres clubes a la Libertadores...

Uno de los grandes recuerdos fue el partido de la Copa Merconorte, ante el Necaxa. Viajamos a Aguas Calientes y ganamos 3-1 al equipo en el que jugaban Álex Aguinaga, Agustín Delgado, Gabriel García Aspe...

Tras mi retiro, seguí interesado en Aucas. También fui asistente y entrenador interino del club. El año pasado, me tocó dirigir al equipo con los Sub 19. Me fue bien. Con Liga de Loja empatamos y al Imbabura lo derrotamos.

La situación actual es complicada. Como jugador nunca pasé por estos  momentos. Existían problemas económicos, pero ahora son más grandes. ¿Qué hacer en estas circunstancias? Uno quiere al Aucas, pero necesita comer.

‘Vestiré de oro y grana hasta en el ataúd’

Todos me dicen que me estoy volviendo loco, pero no me importa. Es más, cuando  muera quiero que me entierren con los colores oro y grana.

Soy Marcelo Martínez y tengo 52 años. Mi devoción por Aucas nació  cuando tenía 5 años. Mi padre Vicente me inculcó el amor al equipo. Él me llevaba de la mano al estadio del Arbolito para ver jugar al ‘Ídolo del Pueblo’.

Con unas pelotitas de viento en la mano nos sentábamos con mis hermanos en las hierbas, intentando imitar a los jugadores. Así me nació la afición por ver jugar al Aucas. A esos partidos iba toda la familia. La tradición se mantiene y hasta ahora mi papá me acompaña al estadio.

En marzo de este año quise estar más cerca del equipo. Por eso formé la banda de las Cheerleaders, con 14 niñas de mi barrio.

Todo iba bien hasta que la directiva encabezada por el presidente Alonso Moreno me prohibió ingresar al estadio de Chillogallo. Eso me dolió, pero estoy seguro de que en la siguiente temporada mis nenas volverán a actuar (se le escapan un par de lágrimas).

Este año ha sido fatal. Mientras en las noticias hacen un recuento de la mala temporada de Aucas, yo recuerdo el partido cuando el Barcelona nos ganaba 2-0, y en el segundo tiempo Aucas remontó el marcador y ganamos 3-2. 

El amor por mi equipo me ha llevado a hacer varias cosas locas. En algunas ocasiones he abandonado el hogar y he ido de viaje persiguiendo a mi Auquitas.

Eso obviamente me ha traído grandes conflictos en con mi esposa, Julia Cornejo. Ella dice que me olvide del equipo, pero jamás le voy a hacer caso. Hasta cuando me muera quiero irme vistiendo los colores oro y grana.

Para empezar adecué el dormitorio de mi hijo en una especie de altar para Aucas. En esta habitación guardo distintivos con el logotipo del plantel, desde los tambores hasta las fotografías y recortes de los periódicos.

Mi esposa piensa que estoy obsesionado, mi papá tiene miedo de que me dé un paro cardíaco. Mi papacito se puso nervioso cuando se me bajó la presión en el encuentro ante Liga de Loja. Seré hincha del plantel siempre.