Redacción Guayaquil
Héctor N. es cauteloso cuando recorre a diario las laberínticas calles del Guasmo Sur, un populoso sector de Guayaquil.
El costo de pedir dinero
Los prestamistas se movilizan en vehículos y en motocicletas ofreciendo dinero a negocios establecidos, especialmente de las zonas periféricas de Guayaquil. Cobran entre el 16 y 20% de interés mensual.
Los montos que ofrecen varían entre los USD 50 y 500. Otros llegan a prestar hasta USD
5 000, dependiendo de quién se los pida y el lugar.
Como garantía de la deuda, los prestamistas piden generalmente que los beneficiarios tengan casas propias y si las rentan que el propietario de la vivienda, los garantice por escrito.
La Policía busca diferenciar a los prestamistas de los recaudadores de dinero legales para establecimientos que venden sus productos a crédito. Para ello, está coordinando con las empresas y la Intendencia para la elaboración de un listado de todas los trabajadores. Esto les permitirá llevar un control.
Los plazos para pagar las deudas varían según el monto. Los préstamos pequeños deben cancelarse en un mes máximo. Mientras que los grandes, hasta en seis meses.Dos personas lo custodian, mientras realiza sus cobros que van desde los USD 4 a USD 20 por los préstamos con un interés del 16% mensual.
Estos créditos son prohibidos por la Ley, pero Héctor N. mantiene una lista con varios clientes que cada tiempo los visita.
Antes andaba solo, pero ahora no se despega de sus guardaespaldas. No quiere correr la misma suerte que Abel Castro y William Nazareno, otros prestamistas. Ellos fueron asesinados la noche del viernes 21 de agosto pasado, cuando iban a cobrar una deuda en un negocio ubicado en la Cooperativa Unión de Bananeros.
Los hombres estaban en un auto Suzuki Forza rojo oscuro, cuando fueron disparadas por desconocidos. “No se sabe si fue una riña o fue alguien que les debía dinero que vio más conveniente mandarlos a matar que pagarles la deuda…”, contó preocupado el prestamista de 31 años.
Desde entonces, decidió utilizar seguridad para desarrollar su actividad ilegal. El monto de los intereses sobrepasa el 14 y el 16%, cifra que la banca cobra anualmente a sus deudores.
Otro prestamista, Nelson C. también siente temor. “Se ha vuelto peligroso este trabajo porque si no nos roban nos matan. La gente cree que nosotros cargamos siempre plata, pero no es así porque de lo mismo que cobramos, volvemos a prestar. Por nuestro bien debemos cargar poca plata…”, manifestó este hombre.
Él está convencido de que gran parte de las muertes de prestamistas en Guayaquil (18) en los dos últimos meses, ha ocurrido para dejar sin efecto las deudas contraídas. Pero, ni la Policía ni la Fiscalía tienen datos que corroboren esa presunción.
Edmundo Mera, jefe de la Policía Judicial de Guayas (PJ), cree que se trata más bien de ajustes de cuentas o ‘vendettas’ entre miembros de bandas de delincuentes que se disputan espacios de poder o de venta de drogas. Pues, en la mayoría de los casos, las víctimas registran antecedentes penales en sus hojas de vida.
“La actividad que realizaban los fallecidos no tiene relación directa con sus asesinatos…”, dijo Mera.
Empero, Jorge Blum, de la Unidad de Delitos contra la Vida, piensa lo contrario. “Sí se pueden dar casos en los que las personas que han prestado dinero manden a matar a los prestamistas para no cancelar sus deudas. Eso les sale más barato, porque los sicarios no cobran grandes sumas de dinero… Dicen que en la Penitenciaría del Litoral cobran hasta USD 50…”, contó el judicial.
Sin embargo, Mera sostuvo que ha solicitado a sus agentes que investiguen ese tipo de casos. Se busca determinar si alguno de los últimos asesinatos reportados están conectados con los cobros de los préstamos ilegales.
Además, la mayoría de personas que prestan dinero son ciudadanos colombianos, quienes han encontrado en esta actividad, su forma de vida.
“He pedido como prevención que se trate de identificar a estas personas. Pero lamentablemente no tenemos denuncias concretas, porque como son negocios ilícitos nadie los denuncia…”, puntuializó el comandante Mera.
Con esto coincidió el fiscal René Astudillo, de Delitos Contra la Vida. Él indicó que no existen denuncias en firme por estas muertes, porque los familiares de las víctimas tienen temor en delatar a los asesinos. “No avisan porque los amenazan que los van a matar a ellos también… Eso vuelve el delito en un caso abstracto porque no tenemos a quién seguir… Otros toman justicia por sus propias manos”, mencionó Astudillo.
Blum agregó que esa actitud de los familiares de las víctimas impide que las investigaciones avancen y se pueda descubrir a los criminales. “Por eso los casos se quedan casi siempre solo en indagación y hay que enviarlas a archivo provisional hasta que aparezcan nuevos elementos para proseguir con la investigación…”.