Según el Evangelio, Jesús hablaba en parábolas a los buenos entendedores, a los que escuchaban o entendían mucho más allá de las palabras. La parábola del sembrador se resume así: “El sembrador salió a sembrar, mientras lo hacía, parte de la semilla cayó junto al camino. Otra parte cayó entre espinos, los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra y dio sus frutos”.
El buen fruto es lo que en la actualidad cosechan los discípulos del padre José Carollo, un italiano que llegó al Ecuador a estudiar cuando tenía 18 años de edad. Desde entonces (1949) y para estar a tono con la parábola de Jesús, el sacerdote se dedicó a sembrar en buena tierra. Han transcurrido varias décadas desde entonces y los frutos ahora son cosechados por quienes acuden al hospital que lleva su nombre, en el sur de Quito.
Un recorrido breve por las instalaciones del hospital permite ver una obra social de enormes dimensiones. Es un hospital ordenado, limpio, amplio, sin hacinamientos, como se ve frecuentemente en otras instituciones de salud. La misión del sacerdote, quien falleció en mayo del 2005, no ha terminado gracias a que sembró también en la conciencia de las personas, cuya misión es servir al prójimo.
En la impecable sala de cuidados intensivos, cuatro pacientes celosamente vigilados, en otra área dos mujeres que se recuperaban de complejas operaciones de rodilla, con prótesis incluidas. Lo que resultó más conmovedor, una adolescente embarazada que recibía apoyo psicológico y nutricional antes de afrontar el primer parto de su vida.
En cada rincón se aprecia la obra social de Carollo, su huella, y el trabajo de quienes dirigen la fundación Tierra Nueva, escasa en recursos que son tan necesarios para que el hospital mantenga su nivel de excelencia en la atención al público. La directora ejecutiva, Gloria Dávila, gestiona de manera incansable para que nunca falten especialistas, cirujanos nacionales y extranjeros que practican operaciones complicadas, que la alimentación de los pacientes sea siempre de primer nivel, lo mismo la asepsia, tan necesaria en un centro de salud.
En esa inagotable misión de conseguir recursos, Gloria Dávila gestionó que el Grupo Operístico de Madrid, que tiene prevista una presentación en el Cono Sur, haga una escala en Quito para ofrecer un programa musical de primer nivel. Será una sola presentación, el 4 de diciembre, en el Teatro Nacional Sucre. El grupo, que tiene el auspicio de la Fundación Operística de Navarra, está integrado por más de 20 solistas de varias nacionalidades.
Todo lo que se recaude esa noche se destinará al Centro de Desarrollo Integral, que trabaja con niños y adolescentes con síndrome de Down, parálisis cerebral, distrofia muscular, autismo, etc. Ese es otro centro creado o sembrado por el padre José Carollo en Amaguaña.