Armando Talamantes dice que existe un riesgo cuando la prensa amplifica el mensaje de bandas delictivas. El periodista mexicano con 25 años de trayectoria señala que es un ejercicio difícil, debido a que la violencia genera mayor audiencia.
“La transmisión sin restricción de imágenes violentas en la televisión, y los videos y fotos que circulan en redes sociales van moldeando la tolerancia de la gente respecto al crimen”, dice Talamantes. Para afianzar su punto señala que los robos sin violencia dejaron de ser noticia en la carrera por captar más audiencias.
“Algunos asaltos a mano armada también dejaron de ser espectaculares”, sostiene. Esto hace que la gente pierda la capacidad de sorprenderse ante cosas como un asesinato.
En México, desde que se inició la llamada ‘guerra contra las drogas’ en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) la prensa buscó alguna fórmula para aproximarse y reportar sobre la violencia. Una de ellas fue la de no mostrar imágenes excesivamente violentas y abstenerse de difundir los mensajes que dejaban los narcotraficantes.
“Esas reglas no eran obligatorias y al final no prosperaron”, relata. Así, en México, los grandes medios olvidaron este compromiso, mientras los pequeños medios regionales continuaron reportando la violencia que se registraba en sus ciudades.
Talamantes dice que hay medios que suelen sentirse en un callejón sin salida por la necesidad de audiencia. “Por un lado deben informar sobre la violencia, y por otro sabemos que la violencia también vende y genera rating”, sostiene.
Pequeños cambios
Uno de los cambios que anota Talamantes en los medios es la aplicación de ‘códigos de ética’ en algunas de las redacciones, donde se abstienen de replicar y difundir los mensajes que dejan las bandas delictivas. “En general, cada medio se autorregula y es responsable de lo que publica”, señala.
Otra innovación es que cada vez son más los periodistas que se abstienen de publicar sus nombres como autores de investigaciones, reportajes y notas. “Por temores o para salvaguardar su integridad, algunos han optado por no firmar sus informaciones para que los grupos criminales o las autoridades corruptas no puedan identificar al reportero o reportera que está escribiendo un artículo”.
Desde el año 2000 hasta la fecha, 150 periodistas han sido asesinados en México. En lo que va del año, ya suman cinco las muertes violentas entre comunicadores, según la organización independiente y apartidista Artículo 19.
Entre la espada y la pared
El discurso de las bandas violentas llegará a la sociedad, sostiene Talamantes. Esto debido al alto consumo de redes sociales y mensajería, donde los comunicados circulan libremente y están a disposición de las personas.
En México la gente consume los videos y fotos que le llegan a sus aparatos móviles sin ningún tipo de restricción. “Puedes despertar mirando en tu teléfono móvil fotos de un asesinato la noche anterior en Tijuana, almuerzas al mediodía con la televisión mostrándote cuerpos colgados de un puente en Zacatecas, y por la noche cenas viendo en un sitio web cómo acribillaron a un empresario”, afirma.
En Ecuador es común el envío de mensajes y la publicación de asesinatos en las redes sociales. “Hay pocas medidas para evitar esto, por ejemplo YouTube puede detectar algún video de una banda criminal y al cabo de varias horas o, más bien dicho, días, podría tal vez bajar el video”, relata. Pero la batalla es desigual, ya que los videos e imágenes que se transmiten por mensajería no están regulados.
Por ejemplo, la Fiscalía ecuatoriana investiga la filtración de fotografías de la autopsia de una modelo asesinada en Manta, las que circularon por redes sociales.
En México, muchos medios han dejado de publicar y hablar sobre temas delicados como la violencia y la corrupción, por temor a ser agredidos. “Las poblaciones en esos lugares no tienen otra opción que informarse en redes sociales, algunos de esos ‘periodistas ciudadanos’ que abren grupos en Facebook para informar lo hacen de forma valiente pero anónima, y no siempre todo es verídico y preciso, por lo que se abre una veta para la desinformación y las noticias falsas”, sostiene el periodista.