Con el fin de optimizar el desempeño de los neumáticos y alargar su vida útil, los usuarios deben preocuparse por brindarles un mantenimiento adecuado que se enfoca en cuatro procedimientos: alineación, balanceo, rotación y control de la presión.
La alineación consiste en corregir la geometría de la suspensión, que se altera por efecto del rodaje, las cargas o las irregularidades de la superficie, con el fin de devolver a las ruedas su perpendicularidad en relación con el suelo.
Además de contribuir a un desgaste uniforme de la banda de rodamiento, la alineación evita ruidos al tomar curvas a velocidad y mejora la eficacia de la frenada. Se recomienda hacerla cada 10 000 km.
Las caídas en baches, los ‘veredazos’ y otros golpes a los que las ruedas estás expuestas hacen que los aros y las llantas sufran pequeñas deformaciones que causan vibraciones en altas velocidades.
En el balanceo se colocan pequeñas pesas de plomo en los bordes de los aros, para eliminar esas molestas vibraciones y devolver el confort y la sensación placentera a la conducción. Debe hacerse conjuntamente con la alineación.
La rotación consiste en cambiar la posición de las ruedas entre los ejes delantero y posterior para garantizar un desgaste uniforme, pues por cumplir funciones de dirección, frenado y hasta motricidad en los autos con tracción adelante, las llantas delanteras se desgastan más rápidamente.
En los autos de tracción delantera, las ruedas pasan de adelante hacia atrás en el mismo lado, mientras que en los de tracción trasera o total deben cambiarse en X. También debe hacerse cada 10 000 km.
El control del aire consiste en mantener la presión en los niveles recomendados por el fabricante del vehículo. El chequeo debe efectuarse al menos cada 15 días.