En los próximos 40 días el país se verá inmerso en el vértigo de una nueva campaña por los votos en el referendo y la consulta que plantea el Ejecutivo.
Es una nueva campaña de las tantas que el estilo político de los gobernantes ha diseñado para su proyecto. Pero esta vez los temas que se debaten pueden ser cruciales en el futuro de la vigencia del Estado de derecho, y las libertades públicas.
Los derechos humanos, la independencia de poderes; la libertad de expresión, el periodismo, que revela lo que el poder quiere ocultar, y la libertad de las personas de elegir, son valores fundamentales en los que se asienta una democracia que se precie.
Lo ideal para afrontar estos cuarenta días es que se propicie un debate nacional de altura, donde la exposición de las ideas supere a la demagogia y a la politiquería. Donde los argumentos sean la norma y la descalificación a quien piense distinto desterrada del lenguaje de barricada.
Esta no es una campaña que merezca tarima y clientelismo sino foros abiertos y plurales de pensamiento, reflexión y libre flujo de ideas.
La ética pública impone que no se empleen recursos del Ecuador, que deben ser destinados a las múltiples necesidades que tienen los más pobres, en actos proselitistas.
Es de esperar que los funcionarios públicos cumplan con su trabajo para el que fueron elegidos o designados y no destinen el valioso tiempo de las horas de trabajo, que son costeadas con dineros de la gente, en la campaña .
El Consejo Nacional Electoral debe garantizar que la publicidad sea equitativa entro los actores o “sujetos políticos”. Solo una campaña plural y respetuosa garantiza un voto libre de ataduras.