A Telmo Arévalo nunca le gustó tener lo mismo que los demás. Por eso, desde temprana edad lo sedujo el ámbito de la personalización, que de niño aplicaba a juguetes y de adulto a los vehículos que más le apasionan: las motos.
Él posee una microempresa familiar dedicada a la modificación de todo tipo de motocicletas bajo pedido, que maneja paralelamente a su taller de mantenimiento preventivo y correctivo de marcas chinas.
Sus inicios en esta actividad se remontan a 1984, cuando después de adquirir de oportunidad una flamante Yamaha 125 Enduro, decidió pintarla de otro color, cambiarle el manubrio, el asiento, los aros, las llantas y alzarle la suspensión para imprimirle un sello propio.
Después llegaron una Honda 400 y una Suzuki 1 000, que fueron sometidas a transformaciones más extremas aún, en la medida en que iba incrementando sus habilidades y conocimientos con base en la experiencia adquirida.
Durante mucho tiempo la personalización de motos era solo un pasatiempo para Arévalo, pues todas eran de su propiedad para su propio uso y el de sus hijos.
No obstante, hace seis años se dio cuenta de que esta actividad requería una dedicación permanente y decidió renunciar a su empleo en una entidad bancaria, con el fin de establecer su taller en el patio trasero de su casa.
Desde entonces, Arévalo ha modificado alrededor de 60 motos para clientes. En la mayoría de los casos han sido transformaciones extremas en las que difícilmente han quedado rastros de la apariencia original de los modelos trabajados.
Arévalo dice estar en capacidad de modificar cualquier tipo de motos, pero su especialidad son las custom y las chopper, por las que siempre sintió un gusto especial.
De hecho, una de sus más recientes creaciones y su mayor orgullo es una atractiva chopper creada sobre la base de una moto china Jialing de calle, fabricada en el 2004.
La idea de modificarla empezó cuando a sus manos llegó una llanta trasera con bandas laterales blancas. Arévalo pensó que esa era una buena base para construir una moto de ese tipo y buscó una foto que le sirviera de guía en la página web del programa American Chopper.
A continuación, alargó el chasís en la parte delantera para darle mayor altura, colocó un manubrio tipo cuello de cisne y fabricó en torno una suspensión delantera tipo Springer, como las que llevan algunos modelos Harley-Davidson.
Además, alargó el tanque de gasolina y cambió el lugar donde va la tapa, a la que sustituyó por una llave de ducha para darle un toque muy original.
Para la llanta posterior consiguió el aro de un antiguo vehículo Saab con 16 pulgadas de diámetro y 4 de espesor, al que quitó el plato central. En su lugar se colocaron los radios y después todo el conjunto fue pulido y cromado.
Otros detalles llamativos del proceso fueron la adaptación del espejo de un auto Mini como base del faro delantero, la fabricación de estribos metálicos y cromados de diseño especial, la colocación de un ‘espinazo’ delantero con puntas como elemento decorativo y la tapicería artesanal en cuero blanco.
Como detalle final, Arévalo pintó una aerografia en el tanque de gasolina con la imagen de Blondie, el personaje interpretado por Clint Eastwood (su actor favorito) en la película ‘El bueno, el malo y el feo’ de 1966.
Curiosamente, esta moto no está a la venta, sino que adorna el taller de Arévalo para mostrar a sus clientes el tipo y la calidad de trabajos que ahí se pueden hacer.
Para su labor se apoya en su esposa Sandra Santamaría, quien se encarga de los aspectos administrativos y logísticos, y en su hijo Xavier, experto en la parte mecánica y eléctrica de las motos.
Arévalo asegura que una mofificación sencilla puede costar entre USD 500 ó 600, mientras que una extrema puede superar los 3 000. Eso sí, la calidad de su trabajo está debidamente garantizada.
En las modificaciones extremas incluso entrega al propietario un certificado de manufactura.