Tras varios meses de análisis y críticas discusiones, la Unión Europea decidió lanzar una nueva boya para que la economía griega reflote, para evitar su naufragio y un peligroso abandono del euro como moneda. Este segundo rescate financiero en un corto período (USD 163 000 millones) renueva las exigencias de austeridad fiscal y ajustes internos que a Grecia le causaron agudas protestas sociales.
Es la factura alta que se ha pagado por la imprevisión y la ligereza en el manejo de las cuentas públicas, cuya crisis empezó a gestarse a raíz de los juegos olímpicos y las grandes obras de infraestructura de costo millonario y que, por contraste, hoy están abandonadas.
USD 350 000 millones de deuda se volvieron inmanejables, y la escasa disciplina fiscal y la expansión del gasto público hicieron crisis. El problema no se circunscribía solamente a los griegos y los sectores más desfavorecidos de su población, sino que también se conecta con Europa.
Buena parte de los empréstitos griegos se habían adquirido en bancos de países sólidos como Alemania o Francia. Y las dificultades de la crisis global dejaban sentir sus efectos en Irlanda, Italia, Portugal y España. La propia Italia pasa fatigas. Muchos analistas sostienen que Ecuador debería mirarse en el espejo griego para no cometer los mismos errores. Pero si bien pudieran haber paralelismo en el dispendio del gasto público y la falta de la disciplina fiscal serían parecidas, el volumen de deuda en relación al Producto Interno Bruto marca la diferencia a favor de Ecuador.
Aún así, los griegos tienen una economía más grande y el ingreso per cápita es mayor que el de nuestro país. En cualquier caso, no está demás ser austeros y cuidadosos en el gasto y el manejo de la deuda.