El Partido Colorado, que gobernó Paraguay por más de 60 años, vuelve al poder tras la elección presidencial del domingo. Lo singular es que el presidente electo, Horacio Cartes, es un empresario multimillonario sobre el que se han sembrado sospechas y cuestionamientos.
Desde su emporio de 25 empresas, entre las que se encuentran la banca y el tabaco, labró una corta carrera política. Llegó a la acción pública con la confesión de que jamás había votado (en Paraguay el voto es opcional), pero surgieron cuestionamientos por investigaciones de la DEA sobre presuntas vinculaciones con el narcotráfico. También se le señala por contrabando.
Paraguay tuvo en el Partido Colorado a una antigua representación de la derecha. Durante varios años un militar y dictador, Alfredo Stroessner, gobernó sin alternar con otra tienda política. Siempre se le imputó el control de todos los poderes, la represión y la falta de libertades.
En la última etapa llegó al poder un polémico sacerdote, Fernando Lugo, cuyo régimen terminó rodeado de escándalos personales que motivaron su destitución por normas constitucionales. Lugo recibió la solidaridad de varios colegas del continente que no terminaron de reconocer a su legítimo sucesor, el liberal Federico Franco. La paradoja es que Paraguay supera el capítulo con la elección de un Presidente sui géneris que debe tratar de restablecer la buena relación con sus vecinos, en medio de interrogantes.