Al hacer entrega del documento, Insulza dijo que el informe no era “una conclusión, sino sólo el inicio de un debate.
En el informe se expresa que el propósito es asistir a los jefes de Estado en la definición de un marco de referencia para el tratamiento del problema de las drogas y para futuras políticas y acciones multilaterales.
Por su parte, el Presidente colombiano advirtió que debía quedar claro que “aquí nadie está defendiendo ninguna postura, ni la legalización, ni la regulación, ni la guerra a cualquier precio. Lo que tenemos que hacer es usar estudios serios y ponderados como el que hoy nos presenta la OEA para buscar mejores soluciones”.
El informe será considerado en la próxima Asamblea de la OEA, que tendrá lugar en Antigua, Guatemala, y será un aporte para el examen que realizará la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas.
El informe señala que existen ejemplos de buenas prácticas que están disponibles para ser utilizadas en otros lugares; se cuenta con un mejor conocimiento acerca de los factores que llevan al consumo de drogas y de los factores de riesgo que explican porqué una minoría de usuarios desarrolla un consumo problemático; y se ha comprobado cambios en los patrones de consumo.
Lo más importante es que se ha cristalizado una percepción más amplia de la violencia y del sufrimiento relacionado con el problema de las drogas. La primera conclusión del informe es que “el problema de las drogas es un tema hemisférico” e incluye a los Estados Unidos.
Es indiscutible que el impacto del narcotráfico es mayor en los países de cultivo, producción y tránsito: “En los países de Norteamérica, que son los principales lugares de destino final de las sustancias traficadas, esas manifestaciones del problema son mucho menores”. Aunque existan problemas compartidos entre el Norte y el Sur (por ejemplo, el lavado de activos), la peor parte de la guerra contra la droga la soporta este último.
Quizás, la principal conclusión del Informe sea que “es necesario enfrentar el consumo de drogas con un enfoque de salud pública”, como “una enfermedad crónica y recurrente, que requiere un enfoque integrado”.
El estudio reconoce que el “cambio en esta materia va desde considerar al usuario como una víctima, un adicto crónico y no como un delincuente o cómplice del narcotráfico” y concluye: “la despenalización del consumo de drogas debe considerarse en la base de cualquier estrategia de salud pública”.
En Cartagena, el presidente Obama advirtió que no estaba de acuerdo con la despenalización, pero dijo que ofrece una perspectiva nueva y abre el camino para una discusión que debería envolver a todas las sociedades en nuestro hemisferio. Y que sería deseable culmine en consensos que permitan una acción eficaz.
El País, Uruguay