El encuentro de Lenín Moreno con Guillermo Lasso será el apuntalamiento de una transición lejana a aquella de la ficción de la mesa servida, pero imprescindible en medio de la crisis.
El espacio simbólico del Palacio de Carondelet este día será el escenario para que los binomios saliente y entrante y sus equipos empiecen a concretar un ejercicio informativo clave.
Ese empalme, de acuerdo con prácticas que aconseja y va perfeccionando Naciones Unidas, debe ser ordenado, lo menos traumático posible, y en un espacio para que el gobierno elegido en las urnas empiece a conocer a fondo los grandes temas.
La experiencia de la famosa y tragicélebre ‘mesa servida’, la ficción del populismo, no debe volver a repetirse. También deben quedar atrás los tiempos en que el mandatario saliente entregaba la banda en una ceremonia y el presidente electo la recibía horas después, para recién enterarse de la situación. Un absurdo de la turbulencia que llegó a vivir el país.
Pero la huella imborrable de este empalme será sin duda aquella que deja tierra arrasada por la pandemia del coronavirus y la estela de contagios, muerte e inoperancia en su manejo. Además, la realidad de una economía que tuvo que pagar una alta factura del endeudamiento costoso de la década correísta y que apenas ponía la casa en orden, tuvo que asumir los efectos del covid.
Más allá de la entrega de cuentas claras, de datos del déficit fiscal y las obligaciones por pagar, una de las señas más imborrables de la transición será el estrago del coronavirus.
El nuevo gobierno y el país deben saber cuántas vacunas llegaron, cuántas están en inventario, cuántos ecuatorianos se vacunan cada día, qué dosis han recibido y cómo se cumplen los dos planes anunciados.
Es importante que el Gobierno saliente rinda cuentas de las causas para haber omitido la práctica de pruebas a nivel masivo y los ofrecidos muestreos, una realidad que bien pudo haber cambiado el mapa y la planificación de la política pública y acaso aliviar la situación actual.
Por lo demás, la transición debe poner al nuevo mandatario en antecedentes de los procesos en marcha. Las leyes por construir y el camino para un cambio de mando civilizado y realista, en medio de una de las peores crisis de la historia patria.