La pandemia sigue amenazando, y mientras la ansiada inmunidad de rebaño está muy lejana para Ecuador – aunque haya quienes pongan en duda su valor- los contagios se multiplican; las muertes aumentan en Guayaquil.
Las camas hospitalarias no alcanzan. Además las unidades de vigilancia intensiva se muestran al límite. El Comité de Operaciones de Emergencia nacional clama por disciplina y menor contacto personal. Los COE cantonales reaccionan de modo distinto. El Alcalde en Quito pidió más confinamiento y aumentaron los toques de queda en el fin de semana para tratar de parar la ola de contagios.
En Milagro ha vuelto a hacer su aparición el carrito fumigador que rocía las calles con amonio cuaternario. El Alcalde de esa ciudad considera que “la segunda ola de covid es real y ya está aquí”.
Los datos de abril -que se publican en esta edición- nos hablan de 369 muertes más. La mortalidad sigue escalando. Cada vez es más claro que hacer pruebas sí era una buena idea, pero la autoridad no se convencía.
Luego de cifras alarmantes comparadas de un año a otro y de picos extremadamente altos en marzo, este mes vuelve a prender alertas.
Las variantes de Nueva York, la de Reino Unido y más recientemente la de Brasil son más contagiosas, y hay quienes hablan de variantes y mutaciones en territorio nacional, como lo señaló un exministro de Salud.
Mientras tanto, vemos con preocupación los cambios de las consideraciones y reconvenciones para tal o cual tipo de vacuna, su expansión o freno en todas partes.
En Chile, luego de la vacunación masiva, se debió volver a varias restricciones; empero, se cree que en junio se alcanzará la inmunidad de rebaño, que científicos relativizan. El cálculo para el Ecuador es que hasta el fin de este gobierno se vacunará a dos millones de personas; pero se negociaron 20 millones de dosis.
En Israel ya se permite que la gente ande por las calles sin mascarilla y en Argentina el control vuelve con rigor. Lo único claro en todo el mundo es que el cuidado extremo sigue siendo indispensable.