Por información de diferentes medios de comunicación, conocemos del viaje de la vicepresidenta de la República a Europa para buscar apoyo en diferentes ámbitos, principalmente salud y educación; y, también visitar al Papa.
No conozco las exigencias que le llevaron a esta gira que, en mi modesta opinión, pudo evitarse haciendo los contactos necesarios a través de internet, en una época en la que los traslados son casi innecesarios, inclusive una reunión virtual hubiera sido suficiente. Es de esperar que, al menos, no le haya acompañado “toda la familia”, aprovechando el viaje.
Mi crítica, categóricamente es porque nadie entiende que debemos vivir con austeridad,” al menos”, hasta que se supere la pandemia.
Contrariando estos hechos “generosos”, recuerdo dos experiencias personales:
1.- Mi negativa de ir a Bruselas, para tratar cierto asunto de comercio exterior, cuando Yo era asesor del Ministerio de Finanzas y el ministro era el Econ. Jaime Moncayo, porque la reunión era de cinco días y ya habían transcurrido tres, por falta de decisión oportuna, por lo cual mi viaje, era inútil y un verdadero paseo. Y a Europa, iba recién por primera vez.
2.-Mi informe negativo a la suscripción de un contrato de servicios entre la Subsecretaría de Aduanas y una empresa informática, por los sobreprecios que planteaba, lo cual estimaba yo, era un tema que, al Subsecretario, Dr. Jorge Zavala, no le había explicado nadie. El resultado, la pérdida de mi cargo de consultor del BID que al momento ostentaba.
Claro que proceder así es muy caro, pero vale la pena para que a uno le respeten.