La propuesta de medidas contributivas se concretó. No hay consenso suficiente entre las partes y el tema queda en manos de una Asamblea Nacional dispersa en época preelectoral.
Un mes tiene la Asamblea Nacional para tratar, aprobar, negar o modificar dos proyectos de Ley.
El Viernes Santo fue, contrariamente a la alusión bíblica, el inicio de un nuevo calvario para el Gobierno.
La petición de contribuciones económicas a empleados y trabajadores y a empresas con utilidades no caló. La idea loable de formar un fondo de contingencia humanitario, que ahora se expresa en uno de los proyectos, tiene varios escollos.
Las reacciones fueron de todo calibre. Los sindicatos mostraron su predisposición a contribuir, pero pidieron que el aporte tome como referencia el valor de la canasta básica. Y rechazan una flexibilización laboral. Los dirigentes empresariales advierten que la contribución -otro impuesto- es un golpe a una economía apretada desde el inicio del año y casi paralizada por el coronavirus.
La dirigencia de las cámaras recuerda que en otros países hay estímulos económicos para levantar las empresas y defender las fuentes de trabajo. Esta propuesta las ahogaría. Pero el país no solo no cuenta con fondos de contingencia sino que está cada día más exigido por las deudas.
En materia financiera hay algunos cambios del Ejecutivo propuestos en la manera de estructurar el presupuesto, poner límites a los manejos de las finanzas públicas, fijar un techo al pago de la deuda.
Otros aspectos atañen a lo laboral. La palabra es flexibilización. Acuerdos de dos años para pagar menos por menos horas de trabajo, entre 20 y 40, y así evitar los despidos, Pero deben concertar las partes, y eso puede ser complejo, al igual que en materia de inquilinato.
Pero la propuesta, basada en la idea de que la realidad supera la legalidad, recibió críticas de analistas económicos que advierten la falta de medidas de fondo, estructurales.
El problema está en manos de la Asamblea. Su variopinta composición hace lucir inviables algunas propuestas. Hay partidos que se oponen a los tributos y otros no quieren reforma laboral. El aire se va agotando para el Gobierno y no se ven salidas francas para salvar la economía.