Quito sigue esperando la solución coordinada y coherente a uno de los problemas principales: la movilidad y un tráfico imposible.
Esta semana los ciudadanos conocieron que el Metro apenas estará listo en un año más. Las obras físicas experimentan un avance del 86%. No se cumplirá el plazo de operación ofrecido.
Uno de los temas más importantes para la puesta en marcha de la única línea de Metro con que contará la capital -el primer sistema de este tipo en el Ecuador- es la definición de la empresa operadora. Hay contactos avanzados con al menos tres. Todas tienen experiencia.
Sin embargo la decisión debe ser un tema fundamental. Un acuerdo técnico, donde prime la transparencia, sobreponiendo a las dificultades las urgencias de movilidad de la ciudad y el bienestar colectivo.
No es una operación tan compleja como se puede creer, pero sí lo suficientemente delicada como para poner en manos de los mejores oferentes el tiempo y la seguridad en los viajes de miles de vecinos de Quito.
La fijación de la tarifa ha de hacer atractivo el negocio para los operadores sin sacrificar el bolsillo de los potenciales usuarios que debieran crecer hasta un número de 400 000 viajes diarios.
Pero hay otros temas a ser considerados. La seguridad en los vagones y estaciones, un sistema de cámaras que atenúe las acciones del hampa, y la comodidad de los viajeros.
Las estaciones deben estar dotadas de servicios complementarios para hacer más llevaderos los tiempos de espera y la higiene y la observancia de normas de buen comportamiento y urbanidad son otra tarea paralela indispensable.
Pero nada de esto puede funcionar sin el diseño del plan integral que conecte las principales estaciones con un sistema de buses alimentadores para que los pasajeros de todo el perímetro de la ciudad se conecten con facilidad y en tiempos adecuados.
Por ahora se repavimentan varias arterias viales. Es todo un gran reto para la capital, sus autoridades deben emplearse a fondo en ello.