La actividad política se reduce y precariza con el uso abusivo y agresivo de la palabra.
La actividad en las redes sociales causa desasosiego y desinformación. Esas redes son instrumento fácil para el desprestigio del rival (convertido en enemigo).
El ciudadano común navega con dificultad, sin brújula, en medio de una tormenta sin visos de calma. A veces, los ataques y el desprestigio son tan intensos, que terminan volviéndose como un bumerán contra su autor.
La sociedad asiste perpleja a una catarata de informaciones, mezcladas con noticias falsas, y no atina a comprender y desagregar los mensajes verdaderamente útiles para informarse y tomar decisiones.
En un ambiente así, se olvida con facilidad que el liderazgo político, a más de formación y de una actitud generosa de comprender a la sociedad, exige altura y mensajes claros.
Más allá de posibles denuncias que debieran canalizarse por la vía de la justicia y que solo siembran zozobra y sospecha, está la intromisión en la vida privada del Presidente. Es una divulgación donde parece encontrarse la mano experta de piratas informáticos, rayana en el espionaje.
Hay que indagar. El Gobierno acude a instancias de las Naciones Unidas para encauzar la investigación, y la Asamblea debe hacer su parte.
Una actitud prudente -y no una reacción de las mismas características- es lo más saludable, también, desde el poder. Hay demasiados temas importantes que gestionar y sobre los cuales se necesitan respuestas, que una cortina de lodo no es lo que necesita un país lleno de expectativas.
El ex gobierno, con varios funcionarios en prisión y otros prófugos, eligió la provocación para pescar a río revuelto: los resultados electorales no fueron auspiciosos, pero no se debe desestimar la capacidad de un grupo que tejió los hilos del poder.
Se debe exigir respeto y que se esclarezca lo que se debe esclarecer, y a la vez mantener una actitud alejada de un toma y daca sin sentido.
El país quedó exhausto tras una campaña con muchos ataques y pocas propuestas. Los dirigentes deben estar a la altura de las circunstancias.