Si es una sorpresa enterarse que algún día Ecuador exportó sandías, melones, cebollas, frutillas, limón Tahití y espárragos a Estados Unidos. Lo hizo en la década de los noventa.
Actualmente, ninguna de ellas va a este principal mercado de los productos ecuatorianos. Y, en este momento estamos empeñados en conseguir la aprobación de las autoridades sanitarias estadounidenses para que nos permitan exportar aguacate, uvilla, granadilla, taxo, maracuyá y uva de mesa.
Recientemente, lo hicimos con pitahaya (el año pasado), hace un mes fue para la papaya y desde la semana pasada ya podemos enviar tomate de árbol.
El Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal de ese país reporta que Ecuador tiene ventajas para exportar más de 100 productos, pero apenas contamos con un portafolio de 10, especialmente de frutas.
Haber perdido espacio en los productos que ya no exportamos evidencia la poca dedicación para el sector agrícola desde hace varias décadas, pese a que en cada campaña electoral se ofrece el ‘oro y el moro’ a los agricultores para conseguir su voto.
Las inversiones, la asistencia técnica, la capacitación, la innovación tecnológica y las mejores semillas han salido del sector privado y principalmente para los productos tradicionales de exportación, lo cual es bueno. Sin embargo, la mayor parte de la producción agrícola -donde están los cultivos no tradicionales o de nichos- se encuentra en manos de pequeños campesinos, a quienes lo único que se les ha ofrecido ha sido asistencia social, más que técnica y productiva.
Por ejemplo, en el grupo de los 112 productos que se pueden enviar a Estados Unidos están las zanahorias, naranjillas, pepinos, entre otros, los cuales se cultivan en buenas cantidades. La poca tecnificación y el mal manejo de las plantaciones impiden que haya una excelente producción. Por eso, las exportaciones no tradicionales del año pasado fueron de USD 5 085 millones, unos 200 millones más que en el 2016.