Donald Trump es impredecible. O, quizá, es predecible que de tanto en tanto haga anuncios inesperados e insólitos en política local y mundial.
La semana que concluye, dos grandes temas de geopolítica planetaria cambian los mapas de análisis y perspectivas inmediatas: Irán y Corea del Norte.
En cuanto a Irán, luego de conversaciones saludables e inéditas entre el gran país persa y la potencia americana, deja sin efecto los acuerdos nucleares. El mundo estuvo en vilo durante varios años por el notable desarrollo del país asiático en materia nuclear. Siempre se sostuvo, desde los diferentes gobiernos de esa teocracia, que se trataba de una investigación para fines pacíficos, especialmente relacionados con la medicina y la dotación de energía eléctrica. Siempre se sospechó desde Occidente que cualquier desviación del programa nuclear hacia un potencial uso bélico pondría en riesgo la frágil paz regional y generaría desequilibrios. Con el giro de Donald Trump, el precio del petróleo ya subió a niveles de 2014 y Europa se pregunta si queda descolgada de los avances del diálogo.
En Lejano Oriente, luego de años de tensiones, también por las pruebas bélicas de Corea del Norte, el posible encuentro entre el presidente Kim Jong-un y Donald Trump abre una puerta de esperanza. El prólogo fue la liberación de norteamericanos presos y los diálogos de la semana pasada entre los presidentes de ambas Coreas-. Pero, como se sabe, queda camino por recorrer.