Hace solo unos años no habría sonado verosímil la posibilidad de que el Estado sacara a concesión los ejes viales mejorados o construidos durante la década de la llamada revolución ciudadana.
Pero, una vez que la situación económica se volvió crítica, desde el año pasado se venía trabajando en un modelo para la participación de empresas privadas en el manejo vial.
El próximo paso será la delegación de cinco redes viales que suman 370 kilómetros y que pudieran generar una inversión de USD 2 000 millones, como parte del plan integral para concesionar un total de 2 400 kilómetros de carreteras en cuatro años.
La medida es de un gran realismo frente a la necesidad de mantener y mejorar la infraestructura vial construida en épocas de bonanza económica, que también trajeron alto endeudamiento. Los subsidios siempre los paga alguien.
La participación de la empresa privada, no solo como constructora sino como inversionista, es parte de un modelo económico sano. Cabe hacer notar que en una de las redes viales más importantes del país (la vía Rumichaca-Riobamba, de 473 kilómetros), el concurso privado ha sido importante.
La calidad de las vías redunda en el costo del mantenimiento de los autos y en la seguridad. El pago de peajes ha permitido y permitirá que haya mantenimiento y nuevas obras.
Se constata que contar con un buen sistema vial tiene un costo que un Estado no puede asumir a largo plazo.