Todo el país aplaude los esfuerzos públicos, institucionales y de la sociedad civil de luchar contra la corrupción.
El nuevo Presidente tuvo la franqueza de asumir que hay que hacer una cirugía mayor contra la corrupción, y eso se valora y recoge desde la ciudadanía.
Sin embargo, la iniciativa de conformar un Frente de Transparencia y Lucha contra la Corrupción partió con algunos errores de base que se pueden corregir para que los propósitos no se pierdan ni se diluyan.
El primer apunte es que varios de los miembros que se mencionó para formar el frente no fueron consultados, y muchos de ellos se enteraron por la prensa de dicha conformación. Error.
Otro tema que llama la atención es que una buena parte de las personas convocadas a dicho frente haya ejercido o ejerza altos o medianos cargos en el anterior o en el actual Gobierno.
Condiciones indispensables en este tipo de organismos son la autonomía y la libertad de acción, sin defender intereses personales o políticos. Si no hay un ambiente de confianza, ni el grupo como tal, ni sus miembros, pueden avanzar con objetividad y metas firmes.
La participación ciudadana que se prometió elevar a Función del Estado no ha actuado en la materia ni ha sido muy ciudadana que digamos. Ni la Asamblea ni la justicia han mostrado predisposición, hay pocos casos ventilados y varios procesados con lentitud.
El Presidente está a tiempo de rectificar. El país acompañaría su lucha.