La discriminación de la mujer es real: cuestionémosla: brecha salarial, acoso, dificultad de conseguir trabajo, ‘techos de cristal’ o limitación del ascenso laboral de las mujeres; pluriempleo, violencia, violaciones, feminicidio. Los sectores que requieren aprobación pública, publicidad, farándula, revistas del corazón. Nos cosifican con estereotipos. Procuremos que la presencia femenina sea visible y valorada. Examinemos muy brevemente el sexismo en la lengua.
Don Ignacio Bosque, experto gramático, estudió nueve ‘guías para contrarrestar el sexismo en la lengua’, ‘trabajados por sus redactores como si el idioma fuese una especie de código civil: ignoraron que la lengua está viva; aspiraron a algo parecido a que ‘sol’ sea masculino y ‘luna’, femenino, como en alemán’.
En tales guías se asume que añadir a las terminaciones de las palabras masculinas una barra seguida de /a, /as; escribir el/la, los/las es ‘incluir’ a la mujer en la expresión. ¿Son soluciones o empeoran el problema? Don Pedro Álvarez de Miranda, en ‘El género no marcado’, compara el funcionamiento del español en relación con la mujer, al de un ‘programa informático de tratamiento de textos donde el tipo de letra habitual es el ‘normal’ o ‘redondo’: Si no hay orden en contrario, la redonda actúa ‘por defecto’ o, dicho lingüísticamente, igual que la letra ‘no marcada’.
Veámoslo mejor: si el adjetivo con dos terminaciones, como ‘bueno’, ‘buena’, debe concordar con sustantivos masculino y femenino, el sistema pide que uno de ellos se imponga. Como la duplicación bueno/a atenta contra el principio de economía idiomática, fundamental en toda lengua, el masculino pasa a ser ‘de género no marcado’. En ‘Árboles y plantas están secos’, ‘secos’ se elige como de género no marcado. Alguien con tres hijos y dos hijas ¿dirá que tiene ‘cinco hijos’, o ‘cinco hijos e hijas’, o ‘cinco hijos o hijas’, o ‘cinco hijos/as’, o ‘cinco hijas’?… Asimismo, en español existen dos números: singular y plural. Si decimos ‘El enemigo acosa la ciudad’, ‘el enemigo’, singular, es número no marcado frente al plural. En ‘El perro es el mejor amigo del hombre’, ‘perro’ representa también el femenino, ¿o debemos decir ‘Los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de hombres y mujeres’? Igualmente, entre presente, pasado y futuro de los tiempos verbales, es el presente el tiempo no marcado: decimos: ‘Bolívar libera a América’, y ‘libera’ (presente) expresa el pasado de la liberación; con ‘Mañana no vengo’ afirmo ‘Mañana no vendré’: el presente funge de futuro. Soñar en revertir el género no marcado, multiplicando barras o arrobas es antieconómico, horrible y vulgar.
En ciertos ámbitos religiosos y políticos se multiplican los os/as: el fanatismo ‘limpia’ sus lacras con ‘concesiones’ que son formas de machismo, populismo y demagogia: con ellas tratan de convertir, no de convencer.
Paz Battaner, la última académica de la RAE, expresó: ‘Donde hay que dar visibilidad a la mujer no es en la lengua, es en la vida’. Hacia la vida encaminémonos con nuestro afán.