Es un hecho. Lenín Moreno y Guillermo Lasso disputarán la segunda vuelta presidencial el domingo 2 de abril.
La contienda electoral, corta pero intensa en recorridos y ofertas, no alcanzó para que los ocho candidatos presidenciales expusieran sus ideas y programas con la responsabilidad y la extensión que la ciudadanía merece.
Ahora que, como producto de la realidad del balotaje (segunda vuelta) y de la polarización política que vive el país, quedan dos fuerzas en la contienda, los ecuatorianos esperamos explicaciones claras y argumentos plausibles sobre las ideas y planes de los candidatos.
Ni los insultos ni las bravatas ni las ofertas demagógicas caben, aunque a veces supongan una tentación apetecible para captar votos de manera fácil.
Frente a dos visiones políticas contrapuestas, el país debiera poder elegir con tranquilidad. Hace falta un frontal pero respetuoso debate de ideas. Los candidatos, en esta perspectiva, deben asumir su responsabilidad frente al Ecuador con entereza y con preparación, y despojándose de ataques personales y retórica vacua.
Queda poco tiempo y muchas tareas por hacer. Las grandes demandas nacionales se refieren a la crisis económica, el desempleo, la inseguridad, la falta de transparencia y, por cierto, el compromiso con las mayorías postergadas.
Una campaña cívica limpia, sin insultos ni ataques por redes sociales ni violencia ninguna, sembraría las bases para los cambios que ambos ofrecen.